Para Fernando Tola
Oficio de poema
El poema terminaba con un botón florido. El poeta lo sellaba antes de que el viento le soplara el pecho. Lo leía por última vez con el cuidado de quien camina entre espinos y los destronca con sus pisadas. Y como el poema, en esas condiciones, ninguna otra emoción suscitaba ni en su cuerpo ni en su alma, sentía que era inútil. Lo enrollaba hasta convertirlo en una paja, lo acercaba al fuego y contemplaba cómo se consumía haciendo tric trac entre las llamas. ¡La hoguera es tu lugar! —decía—. Así, cada poema corría la misma suerte. A lo largo del tiempo, siempre que alguien preguntaba al poeta por sus poemas contestaba que los tenía reunidos en un libro llamado La hoguera. Una sola advertencia hacía: eran legibles únicamente a los cantores del fuego; a nadie más. Entre las páginas flamantes, los versos saltan para enardecer esas voces. A los demás los consume la hoguera, como ajusticiados. (De Mi nombre en juego).
Raúl Renán (Mérida, Yucatán, 1928). Poeta, narrador y editor. Actualmente es coordinador de talleres literarios del INBA y la UNAM. Ha publicado más de 30 libros de poesía, narrativa y ensayo. Es uno de los protagonistas de la poesía mexicana contemporánea.
(Poema publicado en TROPO 2, nueva época).