E r e n P r o a

 
 
Cíclope

 

Desde una habitación de hotel

reflejo malabares

 

Una mesa con detalles

labrados me repudia:

mi nariz deforme le molesta

 

“Yo no pedí nacer así”, le explico.

Pero ya no lloro más,

ya no grito de rabia como antes…

 

La mujer lobo a veces me presta su voz

Y aúlla por mí

El hombre más alto del mundo me da sombra

Y las hermanas siamesas me regalan abrazos.

 

Para las tantas monedas que valgo

no merecería vivir en este hotel

entre gente que paga por pararse frente a mí

y sentirse afortunados de sí mismos.

“Gracias a Dios no soy aberrante”

“Gracias a Dios no doy asco”, digo siempre con ironía:

Dios, “la mujer con barba” nunca viene por aquí

pero algunas noches siento que me habla

en esta habitación. Siempre la 107.

 

Siempre en el mismo hotel

en donde confunden mi cuerpo amorfo

con el de un animal

antes de bajar el telón.

 

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Todas las goteras en tu techo

 forman candelabros

 

Todas las goteras en tu techo forman candelabros

como si en esta lluvia esperaras otra sombra

 

las arañas ciegas discurren en una esquina

enhebrando líneas perpendiculares

 

desde arriba te observan

pero jamás bajan de sus tronos a besarte

 

ahora podrías enumerar los pasos

que aplastaron las hormigas en busca de alguien más

 

en el espejo tu rostro se agrieta

las arrugas en tu cuello tejen raíces

 

al fondo del reflejo siempre estás tú

 

lavando los platos de la cena de nadie.

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Aunque de mi

cabello arranques

 

Aunque de mi cabello arranques

toda la sal que dejó el verano

aunque me cierres el paso del sol

con la sombra de tus huellas

y me niegues ahogado en gritos

una última entrada a mi hogar

no escucharé de ti otra cosa

más que una invitación a sentir el fuego

yo soy el viento debajo del roble

y renaceré entre líneas de hojarasca.

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Los jueves por la tarde

se aborta la fe

Los jueves por la tarde se aborta la fe

encorvada por el peso de los girasoles

dejó de colorear nuestros vientres

nos deja la piel amoratada

se nos caen a pedazos las vendas

y quedamos expuestos al rocío

la nada camina entre pétalos

con nuestros rostros en sus manos

mientras disimulamos la ausencia de Dios.

 

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Eren Proa. Veracruz. Integrante del Laboratorio de Poesía del CCL. Cursó el diplomado de literatura europea contemporánea del INBA. Ha publicado en Tropo a la uña y en páginas web.

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