Por Cybèle Cébyle
XXVI Premio Peninsular “José Díaz Bolio”
(discurso de agradecimiento)
La serpiente emplumada. La serpiente de luz de Chichén Itzá. La geometría de los mayas y el arte crotálico. Mi descubrimiento del culto crotálico. Todas, obras del escritor, historiador, periodista, antropólogo y poeta José Díaz Bolio. Todas, enmarcadas en la imagen de un sólo animal: la serpiente.
Querido Patronato Pro Historia Peninsular de Yucatán “ProHispen”. Distinguido presídium de premiación. Estimadas amigas y amigos aquí presentes. Apreciable público. Quiero felicitar efusivamente al ProHispen por estos 30 años de incansable labor en la difusión de la historia y de las manifestaciones artísticas que se han gestado en la península. En estos 30 años de ser un espacio para el diálogo y también para el resguardo de invaluables tesoros del conocimiento. 30 años de ser escenario para artistas, para creadores, para voces nuevas y experimentadas. 30 años que he cumplido yo también en este maravilloso octubre de lunas y tormentas. Gracias.
La maestra Margarita Díaz Rubio me llamó por teléfono la última mañana del ya pasado mes de septiembre para comunicarme que había ganado el premio. Entre ella y yo compartimos la divertidísima anécdota del momento. Pero hoy compartimos todos el agradecimiento hacia su imprescindible papel en la vida artística, científica y cultural de Yucatán con más de una veintena de Premios Peninsulares de Poesía “José Díaz Bolio” entregados a voces que apuestan por una literatura diferente. En este premio se han gestado las nuevas propuestas literarias de la península, las otras formas de escribir poesía, las plumas que resisten, que luchan, que denuncian, que crean. Y todo poema, como dice mi querido maestro David Anuar, inicia con la obsesión de quien lo escribe.
Tal fue la obsesión, pues, de don José Díaz Bolio con el símbolo de la serpiente y tan extensa e importante fue su investigación sobre la víbora de cascabel que el escudo nacional tuvo que ser modificado a partir de que el maestro demostrara que el reptil de nuestra bandera pertenece al tan conocido género Crotalus. A lo largo de su obra, dedicó libros enteros a este animal que, a pesar de la fascinación que nos comparte el poeta cuyo nombre nos convoca esta mañana, ha sido uno al que hemos visto con miedo. En las diversas mitologías del mundo, la serpiente representa al mal. En la visión cristiana, encarna al pecado, al engaño y a lo maléfico. La Virgen María pisa con su talón la cabeza de la víbora, así como San Miguel Derrota a un Lucifer con rasgos reptilescos y dracónicos. Las santas y mártires degüellan dragones, dominan serpientes. Se nos enseña a temerles, a gritar ante su presencia o, peor aún, a aplastarlas, a ultimarlas, a cortarles la cabeza.
Pero hemos olvidado que la serpiente es sagrada. En la concepción cosmogónica de los mayas antiguos, la serpiente ocupaba un lugar fundamental. Los mayas supieron asociarla a la fertilidad, puesto que, con las primeras lluvias, los reptiles aparecen, convocados por la dulzura del agua que cae del cielo como una bendición de los dioses. La serpiente alada es aquella que desciende a la Tierra y que reúne los valores de lo alto y de lo bajo, de la vida y de la muerte, de lo femenino y de lo masculino. La obra de José Díaz Bolio es también una invitación a revalorar la figura de la serpiente, la cual también está presente en el tocado de nuestra madre, la diosa maya Ixchel.
La literatura tiene el poder de despertar la sensibilidad de la humanidad y de apelar a la empatía de sus lectores. Tiene el poder de cambiar realidades, denunciar injusticias, cuestionar hechos, proponer nuevas ideas, nuevos escenarios, nuevos mundos. Esta mañana yo agradezco que el Patronato Pro Historia Peninsular de Yucatán, “ProHispen”, haya permitido que mi poemario Plegaria en pedipalpos pueda salir al mundo a hacer todo esto y más a través del fallo del Vigésimo Cuarto Premio Peninsular de Poesía “José Díaz Bolio”, 24 en el 24. Si hay una sensibilidad que deseo despertar y una empatía a la que busco apelar es la relacionada al tema de las arañas, que a su vez es el tema de las mujeres, que a su vez es el tema de las mujeres trans.
Así como don José vio en la serpiente ―este animal odiado, detestado, perseguido y temido ― todo el poder y toda la belleza de un legado milenario de historias y mitologías, yo veo en las arañas ―odiadas, detestadas, perseguidas y temidas― no sólo un trasfondo cosmogónico, sino también una importante metáfora para hablar de la vida de las mujeres y concretamente de las mujeres trans, que en el contexto de hoy son odiadas, detestadas, perseguidas y temidas. México ocupa el 2° lugar mundial con el mayor índice de transfeminicidios, es decir, el tipo de feminicidio cometido en contra de una mujer trans por ser precisamente una mujer trans. En lo que va del 2024, más de 55 mujeres trans han sido asesinadas en nuestro país solamente por existir. De la misma manera, el horror y la repulsión que nos genera ver a una araña viene de la mano con el impulso irrefrenable de matarla. Porque así nos han enseñado que se hace. Porque la araña es mala. Porque es fea. Porque da miedo.
Las arañas de Plegaria en pedipalpos hacen precisamente un ruego a quienes las leen: “por favor, no me mates”. Las arañas dicen: “no sabía que ser vista iba a costarme mi vida”. Y los pedipalpos son aquellos apéndices que poseen las arañas y que cumplen funciones similares a las manos en el ser humano. Unidos en posición de rezo, los pedipalpos piden piedad. Piden sensibilidad. Piden clemencia. Piden empatía. Piden entendimiento. Piden misericordia.
Nombrarme escritora es un hecho que antes veía como una posibilidad remota. Pero fue gracias al papel de dos importantes talleres literarios nacidos en la península de Yucatán que he podido encontrar las herramientas para mi despliegue literario: Archipiélago Talleres de David Anuar González y el Taller de Narrativa de Ricardo Guerra De la Peña. Para ambos, un muy sentido agradecimiento. Quiero compartirles que esta es mi primera vez participando en la convocatoria del Premio. Y que este es mi primer libro de poesía. He aprendido que la literatura se trabaja, se tallerea, se revisa. He aprendido, también, que toda esa parte laboriosa de la creación también puede hacerse con amor, con cariño y con ternura. He aprendido que puedo llamarme escritora y que, como los escritores, tengo obsesiones que están ansiosas por saltar al papel y convertirse en historias.
Mi obsesión con Plegaria en pedipalpos ha sido aquella de las arañas. Este sema cultural que retratamos siempre como algo terrorífico, temible o misterioso. El animal que Atenea eligió como castigo para Aracné, así como la serpiente fue el castigo para Medusa. Pero ninguna de estas dos criaturas -araña y serpiente- son castigo de nadie, sino que representan la oportunidad de cuestionarnos si el miedo que les tenemos no ha sido impuesto o influenciado. De la misma manera, el poemario es una invitación para cuestionar también nuestras creencias sobre el miedo social colectivo que se tiene hacia las mujeres trans. Hace más de 500 años se vivió también la histeria colectiva hacia mujeres poderosas, mujeres que no cumplían con la normal social, mujeres que no eran llamadas mujeres sino “brujas”. Ese miedo nos hizo matar, como humanidad, a más de 40,000 mujeres que fueron quemadas en la hoguera solamente porque tuvimos la creencia y la convicción de que son malas. Sabemos bien que el máximo papel de la historia es el de preservar el pasado para aprender de él y así enmendar el presente y asegurar un mejor futuro. Que nuestro pasado esté lleno de perdón. Que nuestro presente esté repleto de empatía. Y que nuestro futuro sea uno de unidad, de pluralidad, de diversidad y de amor universal.
Gracias de nueva cuenta al equipo ProHispen por su gestión. A la maestra Margarita Díaz Rubio por su entusiasmo para con mi obra. A los miembros del jurado, Fer de la Cruz, Nadia Contreras, Manuel Iris, por ver en estas letras el amor que he deseado transmitir. Voces consolidadas de la poesía y referentes en nuestro país cuya lectura atenta me honra profundamente. A mis maestros de taller, David Anuar y Ricardo. A las personas que se han reunido el día de hoy y se han tomado un tiempo para venir a escuchar estas palabras. A mi familia y, de manera especial, a mi madre, que es escritora. A mi bisabuela Sara, que es escritora. A mi amiga la araña, que es escritora porque también soy yo. Muchas gracias.
Imagen tomada sin permiso de la página web etsy: