Sobre el terror cotidiano


Por Mariel Turrent

Las cosas que perdimos en el fuego

Mariana Enriquez

Anagrama, 2016

200 páginas


Marco está cada vez menos en verde,

 prefiere el anaranjado, el estado idle; está encendido

 pero lejos, es el estado que más se acerca al

 gris. El gris es el silencio y la muerte.

Mariana Enriquez


Empezaban las vacaciones y pedí a mi hija adolescente que aprovechara para leer un libro. Le di tres opciones. No queriendo caer en tendencias maternales, para la selección les pedí una recomendación a tres amigos que además de ser excelentes lectores son profesores y padres de adolescentes. Ignacio me recomendó Mujercitas (mi hija lo conocía y no le interesó); Fernando, Cometas en el aire (el título le pareció aburrido); y Joaquín, Las cosas que perdimos en el fuego (leyó la contraportada y me confirmó su elección, además me pidió otro de hechos históricos que ella quería). A pesar de que me lo habían recomendado mucho, yo no lo había leído y me apresuré a hacerlo para poder comentarlo con ella. Desde el primer capítulo ya comenzaba a cuestionarme si era apropiado.

            Tengo que confesarlo, este libro me sacudió. Las imágenes de Mariana Enriquez se quedan una a una en la pared que tu mente va armando con fotografías imborrables. Con un lenguaje directo y claro, cuyo único adorno es la elección atinada de las palabras más descarnadas y las comparaciones más perturbadoras, Mariana fluye a través de una prosa limpia que avanza libremente y al desnudo.

            En Las cosas que perdimos en el fuego la autora nos lleva a través de doce cuentos por un viaje al horror con el que —nos percatemos o no— podemos tropezar día a día. La colección termina con el cuento que da título al libro, y en el cual, mujeres que deciden inmolarse, quemarse y mostrar sus cicatrices como protesta: el olor a carne quemada que no se va nunca de los personajes, se impregna también en el lector sin piedad.

           Aunque el género es el mismo, los temas van cambiando y de forma genial la autora va desarrollando ideas únicas que terminan siempre sorprendiéndonos. Podríamos decir que Mariana Enriquez es una autora sofisticada, su género cae en la categoría que hoy llamamos Weird Fiction, una especie de terror cotidiano que, aunque podría fácilmente caer en el cliché, ella logra desarrollar con originalidad.

           Presa de sus propias pesadillas, Mariana confiesa que no quiere que su psicólogo consiga hacerlas desaparecer, pues es ahí de donde se nutre su prosa y, por supuesto, también de las vidas horribles que existen en la realidad. Entre sus novelas favoritas están: La luz negra de María Gainza, Temporada de huracanes de Fernanda Melchor y Nefando de Mónica Ojeda, cosa que reafirma su gusto por las narraciones de realidades atroces, como la que narra en Verde Rojo Anaranjado: el personaje es un joven perdido en la oscuridad del Cuarto rojo de la Deep web, donde paga por ver torturas, asesinatos y las perversiones más obscenas. O El patio del vecino: una mujer que escucha los lamentos de un niño en el patio contiguo, al asomarse para averiguar de dónde provienen, logra ver un pie pequeño encadenado.

           Mariana Enriquez nació en Buenos Aires en 1973, es periodista, editora y docente. Escritora autodidacta que ha recibido con sorpresa la gran acogida de los lectores a su obra. Actualmente es considerada una de las narradoras más valientes del siglo XXI, no solo como representante de la nueva literatura argentina, sino del mundo. Asegura que el éxito de su primer libro la hizo sentirse impostora, razón por la que empezó a esconderse y a tener fobia a la exposición. Tardó diez años en volver a publicar y su primer cuento lo escribió un año después por encargo para una antología.  

           Cuando terminé de leer a Mariana Enriquez, entendí el valor y la actualidad de su obra: es una autora audaz, que se arriesga y denuncia las cosas más perturbadoras. Sin embargo, de momento ya no quise animar a mi hija a internarse en la oscuridad de esas páginas. Se lo comenté a Joaquín y me dijo: “Eso les encanta a los jóvenes, y así podemos hablar de estos temas, ventilarlos. Todos mis alumnos quedan fascinados”. Pensé que en la secundaría yo leía a Edgar Allan Poe y a Horacio Quiroga, y siempre vuelvo a ellos. No tuvo la misma suerte Unamuno, nada recuerdo de La tía Tula, ni me apetece volver a leerlo. Tal vez es así como se logra atrapar a los jóvenes, ayudarlos a formar una mente crítica, interesarlos en la buena literatura; de cualquier forma, es inevitable que hoy en día tengan todo el horror a su alcance. Tropo

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Mariel Turrent Eggleton (México, D. F., 1967). Es autora de las novelas Hasta el último vuelo (2018) y Oveja negra (2021), ambas bajo el sello de Malix editores, fundado por ella. Obtuvo en 2021 el primer lugar en el concurso de cuento “Rafael del Pozo”, convocado por el suplemento literario Vértice. Correo-e:marielturrent@gmail.com

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