El arte de Ramón Iván Suárez Caamal


Por Macarena Huicochea

Existen muchos tipos de escritores y muchas formas distintas de contar historias, pero lo que caracteriza al Maestro Ramón Iván Suárez Caamal es su peculiar manera de envolvernos con un lenguaje que hechiza y abre dimensiones que a veces, sobre todo en el caso de sus libros infantiles, parecerían olvidadas por nosotros los adultos.

           Y es que, desde el epígrafe, nos revela el poder de las palabras para descubrir lo que parece oculto o aquello que, de tan cotidiano, se nos ha vuelto invisible o pasa desapercibido para nuestra conciencia:

Una casa de tres pisos,

una casa que camina,

la hicieron sólo con huesos.

¿Sabes cuál es? Adivina.

           El libro de los huesos (que hoy tengo el placer de presentar)* es una invitación a jugar: a recuperar la capacidad lúdica para reinventar el lenguaje y aproximarnos a la realidad tomando como referencia la creatividad que nos caracteriza como mexicanos y que no deja de sorprender al mundo entero.

           Este libro es un claro ejemplo de la fascinación que ejerce un autor creativo al combinar temas que pueden parecer contradictorios o paradójicos, como la vida y la muerte, los órganos y huesos del cuerpo y otros asuntos que requieren una notable habilidad para atraer la atención, sobre todo cuando se escribe para el público infantil.

           El maestro Suárez Camal ha logrado sentir e imaginar como niño, jugando con las palabras, haciéndolas dar maromas, brincar y hasta volar (como bien se afirma en la introducción) para contarnos acerca del simpático y sonriente esqueleto que nos habita, sostiene y nos permite movernos. Y es así como El libro de los huesos es como un sombrero de mago del cual brotan versos e imágenes poéticas de gran intensidad y belleza, las cuales logran dar vida y personalidad a nuestra fascinante estructura ósea.

           Lo único que tiene que hacer el lector para activar el mágico mecanismo es pasar la mirada sobre las letras, como si las escaneara… y para un efecto más inmersivo —capaz de abrir portales a otras dimensiones y realidades— solo tiene que leer las rimas en voz alta… y los prodigiosos huesitos saltarán y conversarán alrededor de quien los invoque. Una vez advertidos, que no se culpe a nadie de que, al iniciar la lectura de este libro, sus esqueletos quieran ponerse a bailar al compás de los sabrosos ritmos en los que nos sumerge el autor.

           Y es que precisamente es eso lo que nos hace sentir el maestro Ramón Iván con su Libro de los huesos: nos cala hasta las canillas con sus versos muy bien rimados y la incitación a atravesar las infinitas puertas y ventanas de la fantasía, usando las escaleras y portales invisibles que abre ante nuestros ojos con sus melódicas cadencias que, como antiguos abracadabras o hechizos de mago blanco, hacen tintinear cada verso… porque sus poemas son cascabeles y campanas encantadas que recuerdan al corazón antiguos ritmos vitales, melodías escritas en esos mundos “otros” que algunos habíamos creído dejar olvidados en algún rincón de nuestra infancia o que creíamos perdidos.

           Con su habilidad para lanzar encantamientos, Suárez Camal nos hace descubrir, de manera risueña y tierna, que hay una calavera que nos habita, que vive dentro de nosotros diariamente y que nos mueve, llevándonos (inexorablemente) a nuestro destino final, aunque, mientras tanto, nos permita bailar, correr y —paradójicamente— nos acompañe durante todo el tiempo de nuestra vida (aunque se nos olvide o no queramos pensarlo) y que, además, irónicamente, continuará riéndose de nosotros aún después de nuestra muerte.

           Esa calavera y esos huesos nuestros poseen el humor de las calaveras azucaradas del Día de Muertos; la picardía de la calavera Catrina de José Guadalupe Posada; y la capacidad de hacer retozar los remolinos filosóficos de nuestra mente, del mismo modo en que el aire mueve el papel picado repleto de cráneos y huesos de colores que se colocan en las ofrendas del dos de noviembre.

           De este modo, resulta divertido descubrir a Mandi, la mandíbula, hermana de Max, el maxilar, a quien los otros huesos del cráneo y la cara no quieren dejar entrar a jugar al Club de los huesos.

           Y qué decir de esa especie de haikú en donde las costillas y las cosquillas nos hacen reír con una simpleza de lo ingenuo y del ingenio capaz de simplificar lo evidente de una manera prodigiosa, al grado de hacernos imaginar al tórax como la jaula de un corazón-ave, cuyo canto y vuelo no sólo intuimos, sino que escuchamos…

           El escritor es capaz de ponernos a bailar rumba, cumbia y zumba encima de la tumba catacumba en donde las vértebras también nadan de muertito, de dorso o de pechito…

           No contento con estas travesuras, Suárez Camal también nos presenta enigmas como el que tanto preocupa a los dedos gordos de manos y pies respecto a ¿por qué les falta una falange?… incógnita que no hay quien nos responda aún y que nos deja intrigados pensando… ¿qué pasaría si tuviéramos tres falanges en los pulgares?… Si existe algún lector capaz de responder a este cuestionamiento, agradeceremos se ponga en contacto con nosotros, pues es un problema anatómico que no nos ha dejado dormir por varios días.

           Las imágenes poéticas en este Libro de los huesos son de una gran precisión, aunadas a un humor muy peculiar que es ya un sello distintivo y uno de los grandes aciertos del maestro Ramón Iván, quien logra convencernos (con gran ingenio) de que la pelvis, un espejo, la luna, una mariposa y Elvis pueden coexistir en la misma dimensión y estar profundamente conectados.       

           No menos imaginativo resulta el encontrar en los huesos del cuerpo humano los utensilios de cocina y vajilla necesarios para preparar y servir ricos caldos, sopas, salsas y guisados para chuparse los huesos.       

           Sorprende, además, el tino para incitarnos a cantar, al ritmo de La donna é mobile, los nombres de los huesos… —y aquí debo confesar que no me pude resistir y que, al intentarlo… lo disfruté muchísimo y me reí con ganas por haber caído (tan fácil e ingenuamente) en el hechizo de este talentoso escritor que me atapó con su encantadora estratagema.

           Por supuesto, no podía falta la calaverita que nos lleva a descubrir las posibles causas de la muerte de los huesos… un misterio misterioso que aún no logro resolver.

           Un buen libro para niños no necesariamente requiere de imágenes, pero siempre que estas se incluyen es vital que posean la capacidad de “dialogar” con los textos y mostrar aspectos ocultos o que no muestra el escritor… es por ello que merece una mención aparte el extraordinario trabajo de Yancarlos Perugorria, un magnífico ilustrador de origen cubano que sabe atrapar la mirada infantil con sus bellísimas y sutiles imágenes capaces de sembrar nuestra imaginación con formas y colores que  le “hacen cosquillas” a nuestras miradas y corazones que se regocijan recorriendo (una y otra y otra vez) las líneas de sus dibujos, que se afanan por dialogar con el lector, más allá de lo narrado por el escritor… Yancarlos ofrece una mirada alterna para profundizar y reconocer (o reiterar) el carácter lúdico de esta propuesta gráfica, cuyo diseño también pone de manifiesto el profesionalismo de la editorial Nave de papel.

           Este tipo de libros son un excelente regalo que garantiza una lectura muy sabrosa para chicos y grandes con corazón de niño; además de mostrar el prodigioso arte de aprender jugando con las palabas. Así que si se peguntan que cual es el arte de Ramón Iván Suárez Caamal es, precisamente, el hacer que leer se convierta en un juego muy, pero muy divertido que queremos repetir, una y otra y otra vez, recitando y memorizando sus versos para contarlos y cantarlos por todos lados. No me cabe duda alguna de que serán remedio efectivo contra el mal humor, las caras serias y cualquiera de los males que nos aquejan.

           Así que no duden en asomarse a este libro para descubrir el mundo oculto dentro de nuestra piel, donde los huesos pueden reír y hacernos reír, invitándonos a jugar con ellos cada vez que abrimos su libro o cuando, a cada movimiento, seamos capaces de recordar que nosotros somos La casa de los huesos.

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* Texto de presentación del libro La casa de los huesos, de Ramón Iván Suárez Caamal, el pasado veinte de junio en la biblioteca Barocio de Cancún.

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Macarena Huicochea. Estudió Letras, Psicología y Ciencias humanas. Autora deBlasfematorio(Colección Becarios del Centro Toluqueño de Escritores) y La Caricia de la Esfinge (Biblioteca del Bicentenario del Instituto Mexiquense de Cultura). Umbrales (Consejo Editorial del Estado de México) reúne sus dos libros anteriores y algunos cuentos publicados en revistas e incluso inéditos. Se ha desempeñado como guionista, conductora y productora de programas de radio y televisión. Actualmente se dedica a la preparación de un proyecto multimedia de cuentos infantiles con trasfondo mítico.

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