Miguel Miranda
No toda la gente sabe que el ciclismo es un deporte profesional que genera mucho dinero, sobre todo en Europa, que tiene un gran arraigo; ni que la carrera más famosa, el Tour de France, es una vuelta por etapas que dura veintiún días, que se corrió por vez primera en 1903 y que hasta la última edición se rodaron poco más de 3,500 kilómetros; algo así como salir a dar la vuelta desde Cancún hasta Dallas, pasando por Monterrey a comer cabrito.
Partiendo de estos conceptos, Jorge Zepeda Patterson (Mazatlán, 1952) decidió escribir un thriller muy al estilo de Asesinato en el Orient Express de Agatha Christie, donde sucede no uno sino varios crímenes en un ambiente controlado donde los protagonistas, buenos o malos, nobles o perversos, no pueden escapar. Porque a pesar de los crímenes que se suceden durante el Tour, cada protagonista (desde el ciclista líder, el director de la carrera, hasta el humilde mecánico) deberá permanecer en las filas de la carrera, no podrá escapar de la organización, así como Hércules Poirot y todo su clan no pueden escapar del Expreso de Oriente; Marc Moreau y sus coequiperos, incluida su pelirroja novia que trabaja de jefa de mecánicos no pueden salir del Tour: hacerlo constituye en una fatal evidencia en contra.
Zepeda Patterson afirma que para desintoxicarse de la trilogía de thrillers político-policíacos que había escrito anteriormente (Los corruptores, 2013. Milena o el fémur más bello del mundo, 2014 y Los usurpadores, 2016) se fue a cubrir un Tour de France acreditado como reportero; se involucró con los ciclistas (que como ya dije, forman un interesante ecosistema donde cohabitan líderes, directores deportivos, gregarios, mecánicos, masajistas, médicos y demás fauna) y como buen mexicano, se hizo “cuate” de varios y les tiró de la lengua para conocer todas las intimidades de la carrera de bicicletas más famosa e importante del planeta.
El protagonista, Marc Moreau, es mitad colombiano y mitad francés: extraordinario pretexto para que el escritor base la historia con carácter latinoamericano; los colombianos son, de suyo, ciclistas escaladores naturales y famosos. El niño Marc crece en los barrios montañosos de Medellín, donde la bicicleta se convierte en su aliada para llegar temprano a clases y posteriormente, para buscarse una vida mejor, ya establecido en Francia al lado de su padre.
Aun sin que el lector sea aficionado al ciclismo profesional, la novela del mazatleco resulta intrigante y divertida, pero haciendo honor a la verdad, se queda corta con lo anteriormente escrito por el ganador del Premio Planeta 2014. A pesar de que utiliza una estructura circular, similar a la aplicada en la trilogía política, Muerte Contrarreloj (Planeta, 2018, 312 pp.) carece de la fuerza dramática que sucedía en los escenarios de Los corruptores o de Milena… La historia que se desencadena en la carrera no llega a ser tan trepidante como las intrigas de Los corruptores o las vivencias de Milena en España o en Ciudad de México.
En pocas palabras, Muerte Contrarreloj es un thriller internacional, comercial, bien escrito y que puede emocionar fácilmente a los entendidos y amantes del ciclismo. Ya se ha traducido a varios idiomas y próximamente se realizará una serie de televisión de varios capítulos. Sin embargo, si usted está más interesado en la montaña rusa de emociones político-criminales que vivimos en este país nuestro de cada día, comience por Los corruptores y termine en bicicleta.
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Miguel I. Miranda Saucedo (Cd. de México, 1966). Diseñador gráfico y comunicólogo. Profesor de la Universidad Anáhuac. Reseñista habitual de Tropo a la uña. Correo electrónico: zorombatico@gmail.com
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Reseña publicada en Tropo 19, Nueva Época, 2019.