Héctor Hernández
“La prueba más clara de que
los extraterrestres son inteligentes es
que no han visitado la tierra.”
Bill Watterson
En el campo de la filosofía y de la metodología de la ciencia se han estudiado ciertos argumentos que parecen muy razonables y convincentes, pero cuando se examinan con mayor cuidado son menos fuertes de lo que aparentan. A este tipo de argumentos se las llama falacias (del latín fallere que significa “engañar”). Uno de estos argumentos engañosos es la falacia de apelación a las consecuencias. Se refiere a un razonamiento en el que las consecuencias de que sea verdadera cierta afirmación parecen tan malas e indeseables que la gente prefiere creer que la afirmación es falsa.
Digamos que es un tipo de negación de la realidad. Como cuando alguien no desea reconocer que tiene un problema con alguna droga porque eso significa que no tiene el control de sí mismo y eso no le gusta, entonces niega que sea esclavo de la droga y no hay forma de convencerlo de lo contrario, no porque tenga una buena razón, sino porque no le gustaría que fuera cierto lo opuesto. Alguien así no va a cambiar de opinión ante la evidencia. Un ejemplo.
Una persona se encuentra con alguien “conocido” a quien no ha visto hace años y le dice:
—Federico cómo has cambiado, antes eras delgado y ahora estás gordo. Antes tenías poco cabello y ahora tienes bastante.
—Es que yo no soy Federico, me llamo Francisco.
—¡Qué bárbaro, hasta el nombre te cambiaste!
De manera similar, puede ser que alguien no quiera aceptar la realidad de cierta situación solo sobre la base de que no le gustan las consecuencias. Como el siguiente argumento de un estudiante en favor de la existencia de Dios: “Dios ha de existir, porque no iba a ser tan malo como para hacerme creer que existe si en realidad no existiera.”
Desafortunadamente, el hecho de que no nos guste una situación no significa que no sea real por más desagradable que nos parezca. Una vez entendido esto, podemos señalar que probablemente el argumento más conocido en favor de la existencia de vida extraterrestre es en realidad una falacia de apelación a las consecuencias. Veamos.
El tamaño sí importa
Un argumento típico que suele presentarse para justificar la existencia de otros seres inteligentes es el tamaño del universo: el universo es tan grande que tiene que haber vida e inteligencia en algún otro lugar. Por ejemplo, recientemente el biólogo británico Richard Dawkins afirmó en una conferencia lo siguiente: “Creo que debe haber mucha vida ahí fuera”. Y señaló la siguiente razón: “Entendemos ya bastante sobre la vida como para hacer especulaciones informadas sobre cómo podría ser la vida fuera de la Tierra. Y la conclusión es que cualquier sugerencia sobre que estemos solos en el Universo resulta arrogante. Su tamaño impide creer una cosa así”.
Note que la razón dada para concluir que no estamos solos es que de otra forma sería “arrogante”. Otras veces la gente hace comentarios similares al del filósofo griego Metrodoro del siglo V a. C. que dijo: “Pensar en la tierra como el único mundo habitado en el espacio infinito es tan absurdo como asegurar que en todo un campo sembrado de mijo solo germinará un grano.”
En otras palabras, el argumento más común señala que debe haber vida en otros lugares del universo porque si no, sería “arrogante”, “absurdo”, sería “un desperdicio de espacio”, etc.
Objeciones
Obviamente este no es un buen argumento, aunque lo parezca, es justo un caso de falacia de apelación a las consecuencias. En principio, si la vida surgió meramente por azar, el universo podría tenernos como los únicos huéspedes y no le importaría que le llamaran “arrogante”, “injusto” o “despilfarrador” porque no tiene sentimientos y sería como insultar a alguien que no está; como dijo un filósofo: “en mi ausencia hasta los azotes me son soportables”.
No se puede sostener simplemente que entre más grande sea el universo mayor es la probabilidad de vida extraterrestre, de ser así, cada minuto que pasa esa probabilidad automáticamente aumentaría, ya que el universo está aumentando continuamente su tamaño debido a que está en expansión, pero no por ello las condiciones para la vida están mejorando continuamente.
La apelación a un aparente desperdicio de espacio es muy débil si se considera que toda la materia del universo que nos rodea está hecha de átomos de los que se sabe que más del 99.999% de su volumen es “espacio vacío”. Para ilustrarlo, si se aumentara el tamaño del núcleo de un átomo de oro al tamaño de un ser humano, el electrón más externo estaría situado a unos 30 kilómetros de distancia. Pero no por ello se afirma: “Seguramente hay muchas más partículas entre el núcleo y la órbita de los electrones porque si no, sería un terrible desperdicio de espacio”
Sin embargo, parece que nos gustaría más que sí existiera vida extraterrestre porque la situación sería más interesante para nosotros. Por mencionar algunos ejemplos: no podemos viajar al pasado y ver cómo se originó la vida en la Tierra, pero si logramos identificar un planeta donde la vida acaba de aparecer podríamos entender mejor el desarrollo de la vida en la Tierra. Por otra parte, si existe una civilización extraterrestre con un avance superior al de la humanidad podría indicarnos algunas posibilidades del futuro de los humanos y ayudarnos a resolver algunos de los problemas que hasta ahora no hemos podido superar, como encontrar la cura para ciertas enfermedades, o superar ciertas limitaciones tecnológicas.
Claramente nos atrae más la posibilidad de que existan otros seres con desarrollo tecnológico, pero no por esta fascinación significa que realmente tengan que existir solo para no decepcionar a nuestras mentes angustiadas. Consideremos un segundo argumento común.
Cantidad de planetas habitables
Por supuesto, podemos suponer, bajo un presupuesto de uniformidad, que existen miles de millones de planetas similares a la tierra en el universo, pero, como observa el físico matemático Paul Davies, este argumento recurrente incurre en el error de confundir condiciones necesarias con suficientes. “Que un planeta sea habitable no es lo mismo que decir que está habitado”. Muchos calculan la cantidad de planetas habitables y de ahí saltan a la conclusión de que hay muchos mundos habitados. Pero si el surgimiento de la vida a partir de materia sin vida fuera un fenómeno sumamente improbable incluso con miles de millones de oportunidades disponibles, de poco serviría la vastedad del universo. No extraña entonces que haya varios escépticos de la vida extraterrestre. Por ejemplo, cuando se le preguntó al senador norteamericano William Proxmire sobre un posible apoyo a un proyecto de búsqueda de inteligencia extraterrestre, dijo que ya de por sí era difícil hallar vida inteligente en Washington, mucho más difícil fuera del sistema solar.
Ahora bien, si se asume que cada zona del universo tiene igual probabilidad de favorecer el surgimiento de la vida, es razonable pensar que la Tierra es solo uno de los millones de lugares donde podía surgir,1 y el hecho de que ya surgió aquí, nos puede llevar a pensar que esa probabilidad no es tan pequeña y, por consiguiente, que el enorme tamaño del universo sí es un buen indicador de una alta probabilidad de que la vida surgiera también en otros lugares. Sin embargo, hay muchas razones para rechazar la idea de que todas las zonas del universo son igualmente probables para propiciar la vida. Por mencionar solo dos ejemplos de los muchos factores que parecen ser necesarios para la vida terrestre:
Al parecer la vida es muy exigente con los planetas que desean hospedarla2. Por eso, no es probable que existan otros planetas suficientemente parecidos a la Tierra como para tener vida y menos vida inteligente o con avance tecnológico, al menos el tipo de vida terrestre que conocemos. Con esto no se pretende concluir que no exista vida extraterrestre, sino solo que dos argumentos muy comunes en su favor en realidad son falacias, aunque también hay argumentos falaces en contra de que exista vida extraterrestre que no hemos examinado aquí.
En conclusión, el estudio del pensamiento crítico y en particular el de la lógica nos permite identificar falacias y evaluar argumentos en cualquier campo y en defensa de cualquier postura, en este caso, lo hemos ilustrado con el tema fascinante de la vida extraterrestre, pero existen argumentos engañosos en todos los campos: política, medicina, economía, sociología, turismo, etc. Por eso valdría la pena, aunque solo fuera para mejorar la calidad de nuestras críticas y tomar decisiones sobre terreno más firme, ya que nunca seremos infalibles, que todos los profesionistas se acercaran al estudio de la lógica filosófica y el pensamiento crítico.
Notas
[1] Por ejemplo, se ha calculado que tan solo en la vía láctea hay unos 10 000 millones de planetas que se encuentran en zonas habitables de sus respectivas estrellas.
2 Peter Ward y Donald Brownlee sostienen en su libro Rare Earth que los factores que son necesarios para que surja vida compleja en un planeta son tantos y tan improbables que la tierra es un planeta excepcional en el universo. El astrónomo Martin Rees argumenta en su libro Seis números nada más que si las constantes del universo como la magnitud de la gravedad y la fuerza electromagnética, entre otras, tuvieran un valor ligeramente distinto, no existiríamos.
Héctor Hernández (México, D. F.). Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Actualmente es profesor del departamento de Desarrollo Humano en la Universidad del Caribe.
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Ensayo publicado en Tropo 17, Nueva Época, 2018.