Ma. Ofelia Arruti
Umami es un vocablo japonés que significa “sabroso” y, junto con dulce, ácido, amargo y salado; es uno de los cinco sabores básicos que podemos percibir. Es un sabor difícil de describir y quizá por eso fue el nombre que la joven autora mexicana Laia Jufresa eligió para su primera novela.
En Umami (Literatura Random House, 2015, 240 p.), la autora hace una propuesta fresca y original y quizá también arriesgada. Uno de los aciertos de esta novela es la estructura del relato, que se construye en reversa, lo que nos permite escuchar la voz de Luz, una niña que ya murió al iniciar la historia. La novela consta de cuatro partes que, a su vez, se dividen en diferentes años que van del 2004 al 2000 sin seguir un orden cronológico. Cada uno de estos años corresponde a la visión de la historia de cada una de las cuatro voces que componen la novela: Ana Pérez Walker, una adolescente de 13 años, cuya hermana Luz murió ahogada; Marina, una joven anoréxica que se escapó de su casa; Alfonso, un antropólogo especialista en alimentación prehispánica que es el dueño de la privada donde viven todos los personajes y cuya esposa, Noelia, murió el mismo año en que Luz se ahogó; Pina, amiga de Ana, cuya madre Chela la abandonó y ahora vive sola con su padre, y Luz, la hermana menor de Ana que murió ahogada a los cinco años mientras visitaba a su abuela en Estados Unidos.
La novela gira en torno al duelo, la pérdida y la ausencia que dejan los que se van porque se mueren o nos abandonan. Sin embargo, la autora recurre al humor y la ironía y, de esta manera, aligera el ambiente que, de otra manera, resultaría deprimente.
Es raro que una primera novela no tenga errores y esta no es la excepción. En su afán de innovar, la autora recurre a un lenguaje que se siente falso, inverosímil. Si bien es creíble que una niña pequeña como Luz “invente” palabras que no existen como “camuflash” e “insoportar”, la tendencia de Marina a inventar colores, por ejemplo, el “blanfil”, que es “la luz filtrada por el Tafil”, podría haber sido graciosa si no abusara de este recurso, pero después de unos cuantos, sus colores resultan verdaderamente molestos.
Al igual que el sabor que le da nombre, Umami es una novela difícil de clasificar, pero con sus grandes aciertos y sus pocos defectos, es un libro que se disfruta y nos deja con deseos de leer más de esta joven que nació en 1983 en la Ciudad de México y creció en Veracruz. Laia Jufresa es autora del libro de cuentos El esquinista (Tierra Adentro, 2014). Fue seleccionada como uno de los 20 autores menores de 40 años que conforman la antología México20.
María Ofelia Arruti. Es traductora, editora y correctora de estilo. Radica en Cancún desde 2003.
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Reseña publicada en Tropo 10, Nueva Época, 2016.