Héctor Hernández
Yo no creo en la astrología porque soy Géminis y
los Géminis no creemos en la astrología.
Raymond Smullyan
Indudablemente, el Sol, la Luna y demás astros nos afectan de diversos modos: las estaciones del año, las mareas, el calendario, etc. De hecho, tienen mucha más influencia en nuestra vida que la que solemos reconocer. Por ejemplo, los nombres de los días de la semana proceden de los astros: lunes de la Luna, martes de Marte, miércoles de Mercurio, jueves de Júpiter, viernes de Venus, sábado de Saturno y domingo del Sol (en inglés es más claro: sunday). Y esas pequeñas manchas en la piel las llamamos lunares porque su aparición se atribuía a la influencia de la Luna. También se llegó a llamar lunático a alguien que se comportaba como loco o con cambios bruscos de humor sin justificación, supuestamente debido a la influencia del cambio de las fases de la Luna. Además, la palabra desastre procede de una expresión que significa “mala estrella”. ¿Será posible entonces que los cuerpos celestes afecten nuestra personalidad y nuestras actividades de la vida cotidiana?
Según la astrología, la posición de los planetas, la Luna y el Sol en las constelaciones al tiempo de nuestro nacimiento influye en nuestra personalidad. Sabiendo la fecha y lugar del nacimiento de alguien se puede determinar de qué signo del zodiaco es y qué rasgos de personalidad le corresponden. Hay doce signos del zodiaco: Aries, Tauro, Cáncer, Piscis, etc. que son las figuras que presentan las constelaciones en ciertas fechas vistas desde la Tierra. Ya que hay gente que toma decisiones tan importantes como el matrimonio (se aseguran que los signos son compatibles), el empleo y dónde vivir con base en lo que indica su signo o en un procedimiento de predicción llamado horóscopo, surge la pregunta ¿es confiable la guía de los astros en nuestras actividades cotidianas?
Hay buenas razones para poner en duda la eficacia de estos métodos, pero, afortunadamente, hay guías alternativas disponibles. Primero consideremos por qué es muy difícil aceptar que las predicciones zodiacales son dignas de confianza. Pensemos en lo siguiente: las estrellas son más antiguas que la Tierra, la cual tiene unos 4500 millones de años. ¿Es razonable pensar que las estrellas estaban formando la figura de una cabra (Capricornio), un león (Leo) o un escorpión (Escorpio) desde hace más de 5000 millones de años (la edad del Sol) cuando todavía no existían los animales? ¿Cómo supieron las estrellas que esos animales iban a existir y tener esas formas con millones de años de anticipación? Más impresionante aún, ¿cómo pudieron las estrellas saber que iban a existir, con más de dos mil millones de años de anticipación, las balanzas (Libra), los arcos y las flechas (Sagitario), el agua y vasijas para contenerla (Acuario)? Y ya que sabían que iban a existir estos objetos, ¿por qué decidieron formar la figura de una balanza de dos brazos en vez de una balanza digital, o arcos y flechas en vez de ametralladoras y bombas? ¿Por qué forman una persona cargando una vasija de agua en vez de una pipa con un chofer que tiene mayor velocidad y transporta mucho más volumen de agua? ¿Acaso pudieron adelantarse millones de años hasta la existencia de las balanzas de dos brazos y no pudieron anticiparse otros pocos miles de años más hasta las balanzas digitales? Lo que me parece interesante también es que si estas figuras tenían como objeto influir en los seres humanos, ¿por qué formaban estas figuras mucho antes de que hubiera humanos y nadie las podía ver? También llama la atención que hayan elegido estos pocos instrumentos humanos cuando hay varios más influyentes como la tv, las computadoras, el internet, los autos, los aviones, etc.
Pero suponiendo que estos problemas no fueran suficientes, parece todavía más difícil de aceptar que por nacer en ciertas fechas la gente comparte ciertos rasgos de personalidad. Pensemos en los gemelos. ¿Tienen los mismos rasgos de personalidad porque nacieron el mismo día? Quienes tenemos parientes cercanos que son gemelos sabemos que no es así. Suelen ser muy distintos en su forma de ser. Se supone que las estrellas ya sabían de la existencia de estos casos, pues formaron la figura de Géminis (gemelos). Por si fuera poco, algunas feministas podrían decir que estas son “estrellas machistas” por haberle dado demasiado valor a la virginidad de una mujer (Virgo) y mostrar la fuerza del lado bélico con un centauro (Sagitario) y no con una centáuride (la hembra del centauro).
Por supuesto, estas son solo algunas reflexiones, pero hay mucho más objeciones que se han hecho contra la astrología, como el hecho de que algunos planetas (Urano, Neptuno y Plutón) no se conocían cuando se diseñaron los mapas astrológicos antiguos, o que otras culturas como la china, tienen otras figuras en su zodiaco (tigre, mono, gallo, entre otros), etc. La objeción que más me llama la atención consiste en un experimento realizado por el psicólogo francés Michel Gauquelin, quien publicó un anuncio en un periódico de París en el que ofreció un horóscopo gratis a quien enviara su fecha y lugar de nacimiento. A las 150 personas que respondieron, se les envío un análisis de su personalidad y se les preguntó si la descripción era exacta. Al menos 90% respondió que sí y 80% confirmó que sus parientes y amigos estaban de acuerdo. El problema es que a todos se les envío la misma descripción que pertenecía al análisis que hizo un astrólogo de un asesino serial que había sido ejecutado.
Pero ¿qué alternativas puede tener alguien que consulta su horóscopo constantemente en busca de ayuda? Bueno, hay diversas motivaciones que puede tener la gente para consultar los horóscopos. Algunos pueden tener incertidumbre y requieren alguna guía para tomar decisiones importantes, otros pueden ver fortalecida su autoestima al pensar que el universo los tiene muy en cuenta, entre varias otras razones. El filósofo francés Voltaire escribió que hubo príncipes, papas y otros hombres superiores al vulgo que pensaban que las estrellas solo predecían el destino a ellos; el resto del mundo eran unos canallas sobre los cuales “las estrellas no se dignaban influir. Se parecían a cierto príncipe, que temblaba al ver un cometa, y decía gravemente a los que no le temían: <<Comprendo que estén tranquilos y que no le teman; no son príncipes>>”.
Afortunadamente hay varias opciones para atender estas y otras motivaciones: la psicología, los grupos de apoyo, varios libros y las experiencias de otros. Uno de los problemas más comunes para acudir a la psicología es que existe la idea errónea de que solo quien está loco va al psicólogo. Una columnista dijo: “Una de cada cuatro personas está mentalmente desequilibrada. Piense en sus tres amigos más íntimos. Si ellos parecen estar bien, usted es el cuarto”.
Pero creer que solo un loco acude al psicólogo es como creer que solo quien tiene una enfermedad terminal va al médico. En realidad mucha gente va al médico o al psicólogo solo para prevenir un problema que se puede agravar si se deja sin atender. En particular los problemas de estrés, depresión, violencia familiar, ideación suicida, etc. se han agravado con esta pandemia y una oportuna atención emocional puede ser la diferencia entre resolver el problema o lamentar las consecuencias. Pero sin necesidad de tener un problema grave, alguien puede fortalecer su autoestima o ganar confianza para la toma de decisiones importantes, el abordaje de conflictos, o cerrar un duelo con ayuda de un profesional de la salud mental. Hay diversas opciones: psicoanalistas, humanistas, cognitivo-conductuales, etc. y, por supuesto, distinta calidad o experiencia, cada quien puede encontrar alguien con quien sienta más confianza y comodidad. Sin embargo, hay que tomar al menos la decisión de buscar la guía, como dijo Séneca: “Forma parte de la cura el deseo de ser curado”.
En lo que toca a los grupos de apoyo, pueden ser grupos sociales, religiosos, filosóficos, de autoayuda, deportivos, etc. Lo importante es mantener sólidas relaciones sociales y familiares. Hoy se sabe que la gente que hace esto envejece más feliz y saludable incluso que quienes hacen ejercicio o cuidan mejor la alimentación. Finalmente, existe ahora la biblioterapia que pretende brindar ayuda por medio de libros adecuados a cada persona según su edad, situación o conflicto. A mí por ejemplo, me han gustado las obras de Séneca, en especial, las Cartas a Lucilio, Sobre la brevedad de la vida y Sobre la felicidad. En conclusión, es muy poco probable que el orden manifiesto en los astros del universo (que antecede en millones de años a la humanidad y que seguirá existiendo aun si desaparecen los humanos), pueda ofrecer un consejo específico sobre lo que deberíamos hacer en nuestra vida cotidiana, pero disponemos de una generosa cantidad de fuentes de guía que podemos aprovechar si antes de levantar la mirada al espacio sideral, vemos a nuestro alrededor con una mentalidad abierta. Tropo
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Héctor Hernández (México, D. F.). Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Maestro en filosofía del lenguaje y de la mente. h2o_mat@hotmail.com
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Ensayo publicado en TROPO 25, Nueva Época, octubre 2020.
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