Epopeya del optimismo a ultranza y retrato de una generación

Ma. Ofelia Arruti

 

Hay en la lectura algo que tiene que ver con lo irracional.

Antes de haber leído el libro, intuyes enseguida si te va a gustar o no.

Lo husmeas, lo olfateas, te preguntas si merece la pena pasar el tiempo

en compañía suya…Un libro es un ser vivo.

Jean-Michel Guenassia

 

El club de los optimistas incorregibles (Barcelona, RBA, 2010, 647 p.), opera prima del francés Jean-Michel Guenassia —una de las revelaciones literarias de 2009 a sus casi 60 años—, empieza en 1980 en el multitudinario entierro de Jean-Paul Sartre. La muerte de Sartre, “el último de los optimistas” —según Guenassia—, marca el final de una época, el desencanto del idealismo y el fin del optimismo cálido y amable de los intelectuales europeos.

La novela sigue dos tramas paralelas. La primera es la historia de Michel Marini, un muchacho de 12 años, fotógrafo aficionado, lector voraz y jugador de futbolito (como le decimos en México) en el café Balto de la plaza de Denfert-Rochereau en París. Un día, en la trastienda de ese café, conoce a un grupo de exiliados de Europa del Este, el club de los optimistas incorregibles. Las historias de estos hombres constituirán la segunda trama de la novela.

Cuando empieza a contarnos su historia en 1959, Michel Marini tiene 12 años y 17, cuando la termina en 1965. Michel tiene dos familias que se aborrecen entre sí: los Marini, descendientes de italianos y proletarios, y los Delaunay, una típica familia burguesa. A Michel no se le dan los estudios, menos aún los de matemáticas, así que, cada vez que puede, en lugar de ir al liceo, se va a jugar futbolito al café Balto con su amigo Nicolás. Allí pasa horas, oyendo rock and roll y dándole palizas a todos aquellos que osan enfrentarse en el futbolito a él y a Nicolás. Y entre juego y juego, devora libros, hasta que un día ve pasar a un hombre mal afeitado con una gabardina raída que desaparece detrás de una cortina verde.

Cuando descubre al Club de los optimistas incorregibles, no solo se sorprende de encontrarse con un club de ajedrez donde juegan unos diez hombres, sino porque ve jugando juntos a Jean-Paul Sartre y al escritor y periodista Joseph Kessel, ambos reconocidos enemigos políticos, pero que ahora se ríen y bromean en torno a la partida. Michel va conociendo así a los jugadores de aquel club de ajedrez: Ígor, un antiguo médico judío que huyó de las purgas estalinistas; Leonid, un ex piloto militar comunista; Gregorios, un diplomático griego venido a menos; Pavel, un refugiado húngaro; Imré, húngaro y homosexual enamorado de Tibor, famoso actor del cine húngaro; el misterioso Sacha y otros más, todos ellos refugiados de Europa del Este que han cruzado la cortina de acero para salvar la vida y han dejado atrás su casa, su familia, sus amores, sus ideales y todo cuanto eran.

Gracias a ellos, Michel comienza abrir los ojos a la realidad, a conocer el exilio, el comunismo y las dolorosas decisiones que tuvieron que tomar esos hombres para seguir siendo optimistas, pese a haber dejado atrás todo lo que era importante para ellos. Para entenderlos, deberíamos remitirnos el epígrafe anónimo de la novela: “Prefiero vivir como un optimista y equivocarme que vivir como un pesimista y tener siempre razón”. La relación de Michel con este grupo de optimistas incorregibles habrá de dejar una huella indeleble en su vida.

La historia de Michel no está exenta de drama. Es la época de la guerra de Argelia y su hermano mayor se enrola en el ejército. Michel se apega emocionalmente a la novia de su hermano y aprenderá, junto con ella, el dolor que puede causar el amor. La familia de Michel se desmorona, su hermano se convierte en fugitivo, el hermano de su madre y su familia, que vivían en Argelia, son repatriados y vienen a vivir con ellos, sus padres se divorcian, muere su abuela paterna y su abuelo se va a Italia. Buscando a que aferrarse en esos momentos de desilusión, adopta a la gente del café Balto como su nueva familia.

El club de los optimistas incorregibles es una novela repleta de historias y de los personajes más diversos. Con ellos, vamos conociendo, o recordando, los acontecimientos de la historia reciente de Francia y de Europa. A lo largo de sus más de 600 páginas, el autor, a través de los ojos de un adolescente apasionado por la lectura y el cine, va recreando el ambiente en que se desenvolvían los exiliados del Este en el París de la década de 1960. Hay una gran cantidad de temas históricos de fondo: una época de bonanza en Francia, la guerra de Argelia, la llegada a Francia de los repatriados (los llamados pieds-noir), los exiliados apátridas del Este, el muro de Berlín, la manipulación política de Stalin, los ideales que sirvieron de simiente al mayo del 68.

La novela es el retrato de una generación y una reconstrucción fiel del París de los años 1960 y de los intelectuales de esa época; una historia en la que se mezclan historias ficticias con detalles reales. Es un relato lleno de humor, amor, dolor y descubrimiento. No cabe duda de que Guenassia (Argel, 1950) es un gran narrador, capaz de transmitir emociones personales, familiares, sociales, políticas e históricas con un tono sencillo, dinámico y conmovedor.

 

Reseña publicada en Tropo 4, nueva época, 2014.

 

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