Los animales de Tom Ford

Antonio Uribe

Estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Nueva York, carrera que dejó para estudiar diseño de modas en la misma ciudad, Tom Ford obtuvo su primer trabajo importante como director de diseño de la casa Gucci en 1992 y, posteriormente, para Yves Saint Laurent, en donde acompañó el éxito de sus colecciones con novedosas propuestas publicitarias integrando a artistas como Mario Testino, o arriesgándose a la crítica y controversia como fue el caso de la fotografía de la modelo Sophie Dahl, anunciando un perfume totalmente desnuda.

Desde el 2006, ya con su propia firma, Ford se ligó al mundo del cine vistiendo a actores y actrices, y como la firma base de diversas películas, como es el caso del James Bond protagonizado por Daniel Craig; para con ello tomar el lugar de los grandes diseñadores americanos como Cassini o Halston, sus predecesores dominantes de las alfombras de Hollywood.

En 2009 Ford produjo y dirigió A Single Man, su primera película basada en una novela del escritor británico Christopher Isherwood, por la cual Colin Firth ganó el premio al mejor actor por los BAFTA y una nominación en la misma categoría de los premios Oscar. En prácticamente todas las áreas del filme, Tom Ford traslada de forma efectiva la estética y simetría de su estilo como diseñador; desde la tipografía de títulos hasta el encuadre exacto de cada escena, y, por supuesto, la especial atención al vestuario y a la fotografía, que acompañado de las interpretaciones de Firth, Julianne Moore y Mathew Goode, resaltan y rebasan en absoluto a la misma historia de Isherwood sobre el periodo depresivo de un profesor homosexual.

Ford esperó más de cinco años para lanzar su segundo proyecto cinematográfico, Animales nocturnos, en el cual toma una novela de Austin Wright caída en el olvido de los estantes literarios, para acompañarla nuevamente de un excelso toque estético. Apoyado por una trama bien articulada, logra desarrollar el suspenso en dos historias paralelas que ejercen la ética de temas como la venganza, la crítica y la confianza. Sin afectar la historia original, Ford adapta un escenario en torno a las artes visuales, con lo cual aprovecha para otorgar una fina crítica al ejercicio actual del comercio, del poder y del inoperante vacío de la comunicación artística, que ha llenado galerías y mercados de compra, de piezas y propuestas por demás absurdas no solo en su concepción sino en su valuación, por parte de críticos y galeristas que han antepuesto sus intereses económicos sobre el legítimo quehacer de promoción y fundamentación de los valores artísticos de una obra.

La nueva película de Ford cuida cada uno de su elementos: su selección de actores ha encajado a la perfección con cada personaje; por ejemplo, a un actor tan acartonado y falto de recursos como Armie Hammer le ha asignado el papel del esposo banal, común y acartonado; y a un gran actor como Michael Shannon le ha reservado el reto de hacer una interpretación que ya le valió la nominación al Oscar como mejor actor de reparto.

Cada escena de Animales nocturnos se desarrolla dentro del entorno estético de Ford, pero pocos directores se atreven a iniciar con una primera escena que golpea cualquier clase de personalidad. Gaspar Noé lo hizo en “Irreversible” (1997), con una escena en extremo violenta sin la necesidad de mostrar violencia alguna abiertamente; así que llegue temprano a disfrutar los imperdibles y arriesgados primeros minutos de Tom Ford.

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Reseña publicada en TROPO 12, Nueva Época, 2017.

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