III
Cada grieta que balbucea,
cada arcén de lodo pulido
que cuestiona mis huellas,
cada aliento de reliquias urbanas
que se asfixia en mis pulmones,
todo mendiga la humedad en que nací,
el manglar de husmo
donde mis vestigios también exhalan su erosión.
Mis pasos reescriben
la oscuridad de estas veredas,
rehacen las líneas de mis manos
donde hay encrucijadas en fuga.
Mi rastro anda en estas páginas
como por líneas de silencio
que inauguran la jerga versátil
de vegetaciones imposibles.
Alguien aspira la memoria
de estas huellas y las traduce,
alguien sucumbe en el desfiladero
del caos que desmaquilla su belleza
y la vuelve al sino original
que tanto nos enceguece.
IV
El hambre de ser apura sus brebajes
e ingiere yerba macerada en oscuras verdades
como un alimento de dioses soterrados
que al fin escuchan
con el oído calmo de los siglos que no pernoctan.
He caminado por este asombro
tratando de eludir el enjambre de las horas.
En la memoria futura del alba,
esa corazonada, ese aguijón, implosiona.
Y en medio de esa fisura
de donde han salido todos mis males
reposa la última chispa, la breve flama
que palpita el nombre de la amada,
el latido de su luz primordial,
el maná que restaura el origen.
Así, el hombre sueña sus atajos inversos
la forma de la cicatriz sin descifrar
como si un acertijo fuera la herida
y la realidad llagara por ahí el hartazgo de sus voces.
Cuántas muertes germinan sus larvas día a día,
en cuántas de ellas dejamos el ropaje de cada jornada
como el infecundo bostezo de una bestia que agoniza,
el ara sin el reino de un rezo siquiera de cartón.
Entremos sin embargo con la voz arrodillada,
dejemos que exprese su imperfecta tiniebla,
su inexplorada cueva, hasta que ahí aparezca
el rostro o el silencio
como un palimpsesto en las ruinas del sueño.
Ábranse entonces los coletazos contra la muerte:
los salmones fúnebres de mi sangre.
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Miguel Ángel Meza. Ciudad de México, 1957. Poeta, narrador, crítico y editor. Desde 1986 radica en Cancún. Fue director de la Casa del Escritor de Cancún (1997-2004) y de la revista literaria tropo a la uña (primera época, 1998-2007). Es autor de los poemarios Destellos de mareas (Praxis, 2004) y El rostro que habitamos (2015) y del libro de cuentos Cada quien su paraíso (Letramar-CCL, 2014). Actualmente, coordina varios talleres de lectura y edita la revista literaria tropo (segunda época). Obtuvo en 2019 el Premio Internacional de Poesía Caribe-Isla Mujeres.
Poema publicado en TROPO 23, nueva época.