Alameda Central
de la Ciudad de México
el llanto del niño
no tropieza
con el filoso silencio del alfil
sus lágrimas encajan
son uña y mugre
gracias a la mano del organillero
que gira y gira
y por algo es un sol
desde el cual las pisadas
de la muchedumbre
rotan sin chocar
con el micrófono del bufón
que se ríe de mí
mientras voy camino al Bellas Artes
no para entrar a escuchar
al vitral de la cúpula
al melancólico mar del mármol
al desaire que Villaurrutia airó sobre el mosaico
sino para quedarme afuera
a escuchar
la geometría del pío pío
morado
morando
jacarandas
a las dos del día
cuando el claxon va a vuelta de rueda
y las motociclistas son como mosquitos
picoteando
lecturas de lectores
dignos del oído de esculturas
rodeadas por otros oídos
que bailan cha cha chá
en medio de chamacos
aglomerados
en monumentales chorros de agua
que silban de la mano con el silbato
del policía
atento al sonido
de caras bonitas de caras feas
que van que vienen
en tumultos
de aplausos y de chismes
entrelazándose
como peatones al cruzar Juárez
y ahí voy yo también
cruzando
aunque sea rojo pero verde
para los ciegos que esquivan
la mirada de automóviles
mientras
en una esquina
un vagabundo
ronca como una roca
experta en curvar
con su pesadísima mudez
el espaciotiempo
de codos codeándose
porque ya no hay espacio ni tiempo
entre tanta gente
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Ajedrecistas
ante el súbito sol
de impulsos soldados
en alta tensión
el jugador más duro
dura la sangre
a menos cero
el cálculo más hielo
hiela el latido
hacia el futuro
hacia el lugar donde se aclimata
la frívola táctica el frente frío
que adultera
todo pronóstico rival
aquí calentarse
derrite la hielera del corazón
a tal grado
celsius
de quebrar el iglú del alfil
de romper el témpano de la torre
de extinguir la escarcha del caballo
hasta derramar toda sed
de ser el ganador
y de nada sirve la urgencia
del re re re rechine
de muelas
si tirar por tirar
peón tras peón
agota
el ártico y antártico
de la reina y del rey
aquí contra el calentamiento
mental
de metálicos
nervios trenzados
en múltiples cuchillas
solo ganan
binomios
cuadrados
perfectos
para servir
en las rocas
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Tropo
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La imagen que acompaña esta publicación no es nuestra. Post tomado de la cuenta X (@MJFdz) de MaríaJesús Fernández
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Askari Martré (Estado de México, 1990). Ingeniero y activista ambiental. Egresado de la licenciatura en Ingeniería Mecatrónica por la Universidad del Valle de México. Publicó la plaquette de poesía La anatomía del silencio (Cofradía de Coyotes, 2018). Actualmente cursa el Seminario de Escritura Creativa de la Universidad del Claustro de Sor Juana y es habitante del taller de poesía de Archipiélago: talleres de literatura.