Angélica Mercado
Hoy en día, una cámara puede ser el aparato más diverso que existe; las hay de gran formato, compactas, miniaturas, integradas… también pueden ser de metal, de madera, de plástico, de fibra de carbono y hasta de cartón. Algunas cámaras pueden funcionar bajo el agua, otras en el espacio e inclusive, dentro del cuerpo; existen cámaras para película, digitales, instantáneas, rayos x, infrarrojo, también cámaras estereoscópicas, panorámicas, aéreas y especiales. Prácticamente, existen cámaras para resolver cualquier tipo de fotografía en casi cualquier situación y ante los ojos de la mayoría, entre más grande y apantallante mejores fotografías resultarán. La realidad es que, pese al tamaño o el material de una cámara, sin comparar la calidad de una óptica Zeiss con una lente de pulido menos fino, ésta es como cualquier otro aparato: la calidad es relativa ya que depende de su operador.
Podría asegurar que todo fotógrafo ha tenido que responder la pregunta de cajón: ¿qué cámara usas? Y sonreír ante la reacción inmediata a tu respuesta “¡ah! con razón, esa cámara saca bonitas fotos” …
El aparato se antepone al fotógrafo como si la marca de una máquina de escribir o computadora asegurara la calidad de una novela literaria; imaginemos preguntar a Pita Amor (con el humor que la caracterizaba) con qué pluma o lápiz y qué papel había usado para escribir su poesía…
Lo curioso es que la cámara fotográfica es construida bajo el mismo principio desde su inicio y es gracias a la invención y perfeccionamiento de las lentes que se ha modificado nuestra forma de percibir el mundo. Por otro lado, los avances tecnológicos se han encausado a hacernos la vida más fácil y la cámara, pese a ser un aparato complejo, se ha convertido en un clic automatizado con variedad de filtros y efectos digitales a escoger.
Desde que Kodak lanza la primera cámara “…que todos pueden usar sin instrucciones”, la caja mágica se convirtió en un aparato de uso popular. Conocer el interior de una cámara es adentrarse a la anatomía del ojo y el cerebro; y como la mayoría de los aparatos, su estructura y funcionamiento han sido inspirados en la perfección de la naturaleza.
El principio de la cámara oscura fue conocido durante mucho tiempo. Aristóteles afirmaba que, si se hacía un minúsculo orificio en la pared de una habitación oscura, el haz de luz dibujaría una imagen invertida sobre la pared opuesta; y más de un siglo después, Da Vinci la ilustra y describe por primera vez. Pero lo que realmente propició el uso de la cámara oscura fue el estudio de la perspectiva geométrica lineal. Alberti y otros colegas florentinos basaban su teoría en que la luz que refleja un objeto es recibida por el ojo en el vértice de un cono. La imagen reflejada fue comparada con una ventana abierta, donde se podía dibujar con exactitud.
Pronto se descubrió que la ventana teórica de Alberti podía convertirse en una ventana real, y pintores como Durero no dudaron en usarla para sus retratos. Este uso de la cámara fue ilustrado por Battista, y tan solo quince años después Barbaro demostró que si se le colocaba un lente en el lugar del orificio se podía obtener una imagen más brillante. Una mini habitación ambulante resultaba inútil para los artistas hasta que se hizo portátil; sólo quedaba esperar un siglo más para usarla como cámara fotográfica.
Una vez que la cámara se convirtió en herramienta indispensable para todo ser moderno interesado en registrar su vida, la furia por la novedad ha llevado a las marcas de cámaras a diminutos mecanismos enfocados a la inmediatez. Hace tan solo veinte años debías esperar a revelar la película para ver tus fotografías, imprimirlas y hasta enmarcarlas, y se cargaba un estuche especial con todo el equipo y material. Ahora el celular es suficiente para muchos, y las fotografías impresas son reservadas para ocasiones muy especiales.
Era de esperarse que Kodak se fuera a bancarrota aun siendo líder en tecnología fotográfica y que la existencia de la cámara oscura se remitiera a un invento antiguo. La experiencia de ver a través de una cámara oscura es tan reveladora que invita a comprender cómo vemos y a demostrar el principio básico de toda cámara. Inclusive podrías hacer fotografías con una caja de zapatos y el material fotográfico necesarios. Hacer una es más sencillo de lo que parece y si estás interesado en la fotografía es un paso que no te puedes perder.
Hacer fotografía con una cámara estenopeica u oscura es muy interesante e implica un reto, ya que la paciencia y tolerancia al error son parte del aprendizaje. Hacer tu propia cámara puede sonar rudimentario pero el factor sorpresa importa; la nitidez de la imagen obtenida puede ser superior a muchas cámaras comerciales. Puedes probar con una caja de cerillos, una cilíndrica de avena o una de zapatos, o bien, en una habitación como la ventana teórica de Alberti.
Existen en el mercado actual marcas como Lomography que ponen a tu alcance el armado de una cámara, ideales para quienes incursionan en el estudio de la fotografía o simplemente por el placer de aprender. Algunos museos han incluido en sus tiendas de recuerdos cámaras de cartoncillo de irresistible apariencia, aunque de franca fragilidad.
Por otro lado, la complejidad de las cámaras profesionales de gran formato reside en la elaboración de sus lentes y cristales, así como su exacto mecanismo que permite al operador crear imágenes de calidad inigualable; resulta curioso que siendo las mejores cámaras sean las más parecidas a las antiguas.
En sí, toda cámara es como cualquier otro aparato: no es autónomo ni responsable de lo que produce, no es la resolución ni el formato, o la marca o el precio; aunque la calidad importa es más sobre las necesidades de quien lo opera. Hoy en día fotógrafos profesionales experimentan cada vez más con cámaras integradas en celulares, sobre todo fotorreporteros de renombre. Y es válido, ya que no se trata del medio sino del mensaje, fenómeno que no sucede cuando alguien hace clic en automático a una súper cámara con cantidad de megabytes en resolución que ni sabríamos diferenciar visualmente… Como dijo Ansel Adams: “ no hay nada peor que la imagen nítida de un concepto difuso”.
Bajo estos hechos, desempolva tu vieja cámara o arma una de cartón y renueva tu forma de hacer fotografía; cualquiera que sea el aparato, si comprendes cómo funciona lo sabrás manipular.
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Ensayo publicado en Tropo 11, Nueva Época, 2016.