Mario Pérez Aguilar. Pueblo chico… infierno multicolor

 

Miguel Miranda

 

Las nuevas generaciones tal vez no sepan que a las generaciones anteriores, como la mía, nos enseñaban en la primaria que la República Mexicana tenía veintinueve estados, dos territorios y un distrito federal. Muchos años después, frente a la computadora en la que escribo este texto, recuerdo que había un “territorio” que me sorprendía por su lejanía: Quintana Roo, además del misterioso nombre de su capital, Chetumal, y que por esas fechas dejaba de ser “territorio” para convertirse en “estado” el 8 de octubre de 1974.

Leí Luna Menguante (Secretaría de Educación y Cultura. CONACULTA. SEP. 2014, 254 pp. ) y me hizo recordar esos años de primaria donde imaginaba territorios despoblados, alejados de las grandes ciudades donde sucedían cosas excepcionales. Mario Pérez Aguilar (Chetumal, 1954) logra retratar perfectamente esa ciudad de madera, hecha por inmigrantes de aquí y allá, como el italiano Vittorio, quien huyendo de la Segunda Guerra Mundial recala en Belice, y ejerciendo su oficio de zapatero conoce a Jeramina, una mulata de ojos verdes que además ejerce de prostituta; ella le lleva unas zapatillas para reparar. Pero de esto, y el propio conflicto, nos enteraremos luego, porque el novelista chetumaleño nos va lanzando el cuento como si fuera un cebo, el cual el lector deberá seguir hasta el final y descubrir el conflicto donde no solo el italiano y Jeramina son partícipes.

La novela inicia en una cantina, donde Manuel, que ha dejado de vivir en Chetumal,  regresa después de un suceso trágico para hacer un reportaje. Se reúne con dos personajes clave que irán contándole en torno a la mesa de cantina, la historia del italiano y la prostituta, a la cual se irán uniendo otros personajes, que van situando la historia desde 1943 en Italia hasta diez años después del huracán Janet, que borró literalmente el Chetumal construido con madera en septiembre de 1955.

Luna Menguante es una novela sin celulares, Facebook ni Whatsaaps, relata maravillosamente un Chetumal narrado desde una cantina por sus parroquianos y de cómo ellos mismos van viviendo en un tiempo que ya se fue, lleno de la magia de los pueblos donde no pasa nada, donde las costumbres son las mismas como una rutina de domingo, como las funciones de títeres en casa de los hijos de don Eugenio, pero también suceden cosas extraordinarias y llenas de un realismo mágico hermosamente trabajado como el romántico gorila fornicador o la fertilidad que provoca el amor de Jeramina y el italiano. Pérez Aguilar hace notar su oficio como escritor de novelas como Los artificios del agua turbia (1995), Tercera llamada (1997) o Por aquí se dan muy bien los muertos (2000). El también servidor público en diferentes dependencias de gobierno, forma parte de los buenos escritores quintanarroenses que desafortunadamente son poco publicitados y leídos.

Luna Menguante, Historia de un asesinato es una novela que describe al viejo Chetumal a través de sus personajes, nos habla de las pasiones humanas universales en un escenario caribeño, pletórico de magia real, que las nuevas generaciones deben de leer, y entender cómo era ese viejo territorio que ahora es nuestro estado de Quintana Roo.

______________________

Miguel I. Miranda Saucedo (Cd. de México, 1966). Diseñador gráfico y comunicólogo. Profesor de la Universidad Anáhuac. Reseñista habitual de Tropo a la uña. Correo electrónico: zorombatico@gmail.com

______________________

Reseña publicada en Tropo 20, Nueva Época, 2019.

 

 

PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com