Fer de la Cruz. Una caja de sorpresas*

 

 José Antonio Íñiguez

 

La poesía de Fer de la Cruz siempre me ha parecido una verdadera caja de sorpresas. Todo aquel que ha seguido su obra con atención, sabrá que es un poeta que intenta no ser el mismo más de dos veces. Ha transitado del lirismo más puro y riguroso (véase Redentora la voz) hasta el verso de carácter conversacional y satírico (véase “La cuenta regresiva”) y ha salido siempre ileso, triunfante, gracias a esa infatigable curiosidad que posee.

El libro que hoy nos reúne a todos bien puede confirmar lo anterior. Y de la misma forma, dar constancia de que a todos los intereses poéticos de Fer, se suma también la de la poesía dirigida al público infantil. Su primer libro de este corte titulado Aliteletras: de la a a la que quieras, así como su humilde incorporación como alumno al taller “Una resortera para las palabras”, de Ramón Iván Suárez Caamal, así lo confirman.

Gracias, pues, a ese entusiasmo genuino —nacido probablemente en aquellos talleres de la Casa Internacional del Escritor de Bacalar— es que existe hoy El corazón de Plutón y otras dulzuras (Sedeculta, 2018, Yucatán, México).

Este pequeño y entrañable poemario, admirablemente ilustrado por Miriam E. Pérez Ballesteros, llega hasta aquí de la mano de su autor para ofrecernos un viaje auténtico de retorno a las aulas de clase.

Con preocupaciones más pedagógicas que poéticas, Fer entrega ahora un libro que busca, en primera instancia, mediante la fábula didáctica, llegar y transformar a sus lectores más pequeños; como nos informa, en una nota preliminar, al hablar de la primera sección:

 

La primera parte de este libro, titulada Sonrisa de zarigüeya, fue escrita a solicitud de la maestra Yokebed Espino, quien trabajaba en la conducta de una niña de su clase, en el colegio William Kilpatrick, mediante estrategias basadas en su experiencia y profesionalismo, con una buena dosis de dulzura.

 

Y después, al contarnos cómo nació la segunda parte, que lleva por nombre el título de la obra:

 

Escribí El corazón de Plutón en agosto de 2015, justo luego de darse a conocer en el mundo la primera foto de Plutón tomada desde cerca. Ésta y muchas otras fotografías fueron tomadas por la sonda espacial Nuevos Horizontes, la cual tardó siete años en llegar hasta Plutón desde la Tierra. Las imágenes muestran que en la superficie de Plutón existe una enorme región helada en forma de corazón.

[…] El cuento propone una lección basada en los principios de la pedagogía vivenciada, el aprendizaje acelerado, la estimulación temprana, el trabajo en equipo y el amor a la investigación y al conocimiento.

 

Estas dos motivaciones, entonces, le sirven a Fer para elaborar estos dos poemas. El primero, como anticipa la nota, nos cuenta en verso libre la fábula de una pequeña zarigüeya con graves problemas de comportamiento, que sus compañeros de clase —un saraguato alegre, un mapache travieso, un alacrán amable, una zorra sonriente, un guajolote de monte, un camarón un tanto distraído, una tórtola medio atolondrada, un cenzontle de trino primoroso— tratan de modificar solidariamente. El segundo, mientras tanto, nos cuenta con ágiles heptasílabos, una clase que el maestro Tecolote realiza para enseñar, mediante frutas tropicales, cuántos planetas conforman nuestra vía láctea.

Así, pues, haciendo uso de esa curiosidad y esa valentía que le caracteriza, Fer con El corazón de Plutón y otras dulzuras nos invita a aprender de nuevo y divertirnos con la palabra poética. Y por otra parte, le hace frente a ese gran prejuicio que, en los cenáculos literarios, existe entre la poesía y la didáctica (como si a los niños lectores les fuera a dar de pronto sarampión; como si a los lectores adultos —esos niños con problemas de altura— se les fuera a caer de pronto un diente de leche).

Celebro por eso que la poesía de Fer de la Cruz sigue siendo esa caja de sorpresas que, de cuando en cuando, nos ofrece libros como éste para niños, maestros, padres de familia. Para todos.

 

*Texto leído en la presentación del libro el 29 de noviembre, en el Centro Cultural de las Artes de Benito Juárez, Cancún.

 

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José Antonio Íñiguez (1991). Ha publicado en diversas revistas y suplementos culturales. Ha sido incluido en antologías como Los caminos de la lluvia: muestra poética de Cancún (Ediciones Del Lirio, 2013) y Parkour Pop.ético. Mapa poético (SEP, 2017). Becario de poesía en la categoría de jóvenes creadores del PECDA. Es autor de Nueva tierra (Ediciones O, 2018).

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Reseña publicada en Tropo 19, Nueva Época, 2019.

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