La cuestión humana. Fisuras de un ritual necesario

 

Vanesa González-Rizzo Krasniansky

 

Tomando como punto de partida la película La cuestión humana dirigida en el año 2007 por Nicolas Klotz (que retoma a su vez la novela homónima de François Emmanuel), el presente ensayo aborda los temas de la servidumbre voluntaria en el sistema capitalista y la violencia sutil del yugo productivo en las empresas contemporáneas.

 

I

El ojo que ves no es

ojo porque tú lo veas

es ojo porque te ve

 

XL

Los ojos por que suspiras

sábelo bien

los ojos en que te miras

son ojos porque te ven.

 

XLII

Enseña el Cristo a tu prójimo

Amarás como a ti mismo

mas nunca olvides

que es otro

 

XLIII

Dijo otra verdad:

busca al tú que nunca es tuyo

ni puede serlo jamás”[1]

 

“De cualquier forma, quien suponga que el régimen monárquico necesitaba de la obediencia ciega tanto como el sistema capitalista de la autonomía, descuida que esta autonomía es el fetiche erigido como homenaje irónico a una obediencia que ya no es ciega, palabra que sólo significaría “bien visi­ble”, y que, excluida ahora de lo visible, queda entramada en los índices/ de un malestar abrasivo.”[2]

“Ciertamente, es gran cosa, y sin embargo es tan común que estamos lejos de afligirnos, y mucho menos de sorprendernos por ello, ver a un millón de hombres servir miserablemente, con el cuello bajo el yugo, no forzados por una fuerza mayor, sino de algún modo (…) como encantados y fascinados por el sólo nombre de uno…”[3]

 

Pieza 13 Los inicios. Infancias

 

Habrá que callar y repetir. Igualar. No nombrar. La palabra sólo podrá ser enunciada para no diferenciarse. Tendrás que estar en la masa, es un mandato. Obedece. No hay escapatoria. Intenta tener historia sin ser otro. Aplausos, éxitos. No fractures, no rompas el camino trazado. Así llegarás a poseer todo lo que deseas. ¡La empresa lo demanda!

Las primeras pinceladas se realizan en secreto. Hay un saber oculto tras cada gesto. Los cuerpos lo portan pero no logran revelarlo. Actuarán, buscarán el escape. Las verdades se llevan en lo profundo del ser.

La servidumbre voluntaria será parte del vivir. Para que sus resultados sean precisos se requieren personas que caminen sin vislumbrar la violencia que se ejerce sobre ellas. La maquinaria está muy bien aceitada. Estamos expuestos en las relaciones más cercanas, y también en lugares menos tangibles, como los dispositivos estatales. Ella nos invita a anhelar y funcionar de cierta manera. Creeremos que todo lo que sucede e impacta en nuestros deseos y actos, ha sido pensado y establecido para hacernos bien. Es lo que nos conviene y lo que nos permite pertenecer a un grupo, tener cierta identidad. Nos prometen felicidad. Obedezco creyendo que soy libre, que elijo.

La violencia sutil es la que aparece, eso que el otro desea será incorporado por nosotros como si fuese deseo propio. El mecanismo es suave, no tiene por qué usar la fuerza bruta, el exterminio masivo. Simplemente, son “políticas de la empresa”. ¿Qué se requiere para pertenecer? Uniformarse, seguir el mandato del jefe, buscar la eficiencia en la tarea impuesta. No interrogarse. Así inicia Simon Kessler, el psicólogo de la película la Cuestión humana, reclutador de la fábrica. Logra que la empresa pase de 2500 trabajadores a 1200 sin perder la producción. Es el encargado de expulsar lo que no entre en la casilla pre establecida, de excluir a quienes tengan otra manera de ser durmientes.

Bauman acuña la noción de responsabilidad flotante: “es la condición primera de los actos inmorales o ilegítimos que tienen lugar con la participación obediente o incluso voluntaria de personas normalmente incapaces de romper las reglas de la moralidad convencional.”[4] El funcionamiento de la petroquímica exige seres adormecidos. Los despiertos resultan inconvenientes, pueden provocar “accidentes”, “hay que buscar el bien de la mayoría”. Dignos hijos de su amo, buen amo de sus siervos, hacen Uno. En Psicología de las masas y análisis del yo, Freud señala el reverso del ideal unificante de la masa en lo que se odia y se busca primero expulsar y luego aniquilar. Un grupo, para constituirse como Uno (en el amor), dice Freud, segrega algo extranjero donde dirige el odio y la agresión.

Comenzamos a ver el juego de espejos, el fino y complejo entramado de la frontera entre el sí mismo y el otro. Kessler será nuestra guía, apuesto, seguro, implacable… poco a poco se irá desgajando, se llenará de grietas, las propias y las compartidas, entre otros, con su superior, el director Mathías Jüst. La película transcurre, inician las repeticiones, aquello que irrumpe en los personajes, inquiere, hasta que emerge lo ominoso, esa historia que antecede.

 

Pieza 88. Debilidad. Las mujeres

 

“Nadie es obligado a encontrar que esas voces confusas cantan mejor que las otras, y dicen el fondo último de lo verdadero. Basta que existan y que tengan contra ellas todo lo que se empeña en hacerlas callar, para que tenga sentido escucharlas y buscar  lo que quieren decir… puesto que preciso a la vez acechar,  un poco por debajo de la historia, lo que la rompe y la agita, y vigilar, un poco por detrás de la política, sobre lo que debe limitarla incondicionalmente”[5]

 

“—La música no tolera jerarquías.

“—Estaba bajo tensión extrema, una exigencia maníaca.

“—Era tan meticuloso que sofocaba a la música. El perfeccionismo esconde un terrible miedo al vacío.

“—La violencia es un mercado floreciente, una vía de escape, una especie de ritual necesario.” (Jaques Paolini. min 22.32’. La cuestión humana).

 

No hay firma. Se escribe. Es un cuerpo al que le aparecen letras, palabras inconexas. Ángeles le persiguen, acuchillan. Dolor psíquico que no se resiste. La tristeza —esa que la gente evita como si fuera enfermedad, nos dice Lynn, la secretaria del director Jüst— es lo que inunda a su jefe. Los duelos no resueltos, las verdades no contadas, las cartas anónimas recibidas por un niño para su padre. Todo aquello que el amo puede desestimar, como CEO de la petroquímica. El vacío del que se intenta huir con la meticulosidad que asfixia, Kessler se sabe allí, no se resiste, acciona.

Es en la violación solemne de la prohibición, en ese exceso permitido y hasta ordenado, como Freud sitúa la fiesta, donde me parece que podemos colocar el inicio del quiebre. Tras el primer encuentro con los tormentos de su jefe, se deja entrever algo de la propia desdicha.

¿Acaso lo que le sucede a Kessler se relaciona con la identificación sugerida por Freud al incorporar al padre-jefe[6]? O ¿será parte del resquebrajamiento dentro de la masa, será el surgir de la autonomía? O, al contrario, ¿es la evidencia que permite la continuidad de sentimientos entre las generaciones, los medios de los que se valen para transmitir sus estados psíquicos?

 

“—¿Quién diablos es usted?…¡Cállate! ¡No te conozco, perra! … ¡No quiero que nadie escuche!

“—¿Qué?… Su voz, estoy loco con su voz. ¡No quiero que nadie escuche la voz de Louisa! ¡Todos esos estúpidos mirándola!

“—Yo también la miro. Pero eres ciego.”

 

Además de mostrarnos la rivalidad entre hermanos por las mujeres, y la imposibilidad de Kessler de vincularse íntimamente con alguna, la escena del rave como banquete totémico puede ser vista como un sueño. Los fantasmas se juntan, los amores están presentes con la crueldad que también portan.

Se inunda de angustia, la debilidad del todopoderoso se instala, algo de locura, o quizá, para mayor precisión, habrá que introducir al inconsciente. Irrumpe en la escena y la vacilación se presenta, comienza a recorrer los cuerpos y es gracias a ello que Kessler logra el corte. Puede decir no. Puede oponerse al mandato de ubicar a Jüst como alguien insano. Puede concluir su investigación y recomendar, a partir de una fuerte fatiga, vacaciones para el jefe. No sirve a los intereses, la ruptura se expresa. La falta. Él ya no es un tecnócrata perfecto, está atravesado por verdades que afloran.

¿Qué resulta? ¿Culpa, mayor angustia, calma, ética?

 

Pieza 0. Historia. Los hombres

 

“Así pues, ¿qué es ese monstruoso vicio que no merece el nombre de cobardía, que carece de toda expresión hablada o escrita, del que reniega la naturaleza y que la lengua se niega a nombrar?” (De La Boétie, E. La servidumbre voluntaria). “La presencia doble del padre corresponde a los dos significados de la escena que se relevan uno al otro en el tiempo. (…). La escena del avasallamiento del padre, de su máxima degradación, se ha convertido aquí en el material de una figuración de su triunfo supremo. El significado que el sacrificio ha adquirido en términos universales reside justamente en que ofrece al padre el desagravio por la infamia perpetrada en él, en la misma acción que continúa el recuerdo de esa fechoría”. (Freud. Tótem y tabú)

El encuentro final con Arie Neumann (uno de los trabajadores expulsados) resulta impactante. Él transmite lo no humano que nos ha resultado siniestro en el film. Es lo que nos acompaña violentamente sin darnos tregua. Es parte fundante en cada uno. Las historias de Jüst, Arie, y el director que pide la investigación, junto con la de Kessler y, evidentemente, la nuestra, se entrelazan. Hay un origen del orden del horror y que Arie Neumann denuncia con la calma de los sabios:

 

“—Un juego sobre el nombre, una palabra por otra. Una re semblanza. …El lenguaje es un poderoso medio de propaganda. Es el más público, y el más secreto al mismo tiempo. El efecto de esta propaganda no lo producen los discursos, artículos y volantes. Se mete en las masas, en la carne y en la sangre. ¿Vio que ya no tenemos más pobres? Sólo gente de ingresos modestos… es un quiebre en el lenguaje, un lenguaje muerto. Neutral. Invadido por palabras técnicas. Una lengua que gradualmente absorbe su humanidad.”

 

A pesar de compartir el pasado nazi, cada personaje tiene sus marcas y cada uno hace con ellas lo que puede y lo que quiere. Tomemos como ejemplo la música, el arte que denuncia y rescata en la película. Será la vía de sostén para Arie Neumann, la posibilidad de libertad que implica la elección de otra senda, la responsabilidad subjetiva que declara tomar otro rumbo, acompañado de la melodía. En él hay un quiebre, es una víctima distinta, que pudo pensar y transformar las huellas de la acción sobre su ser. En cambio, en Jüst la prohibición impuesta y cruel, resultó en culpa infernal, a no ver, a no escuchar lo que tenía enfrente —junto con la perversión del padre, su propia vida e historia insisten en el intento de emerger. La música no logra la anhelada paz y se transforma en el acto que le desborda.

Lo que aparentemente no lleva firma, tiene nombre. Quizá, como dice Neumann, en muchos casos, la signa es la del sistema que lo produjo. En el recorrido hay recovecos… en cada acto existe un margen de libertad.

 

Bibliografía

 

Bauman, Z. Modernidad y Holocausto, Sequitur, Madrid, 2010.

De La Boétie, E. La servidumbre voluntaria.

Foucault, M. “Es inútil sublevarse” publicado en el diario Le Monde en mayo de 1979.

Freud, S. Tótem y tabú. Tomo XIII. ed. Amorrortu.

Freud, S. Psicología de las masas y análisis del yo. Tomo XVIII. ed. Amorrortu.

Freud, S. El malestar en la cultura. Tomo XXI. ed. Amorrortu.

Jinkis, J. Vergüenza y responsabilidad. Conjetural, Revista de Psicoanálisis, No.13. ed. Sitio. Buenos Aires, 1987

Machado, A. Proverbios y Cantares. Tomado del texto de Marcelo Viñar “El reconocimiento del prójimo” en El otro, el extranjero  ed.Zorzal, Argentina. 2003. p.38

 

[1] Machado, A. Proverbios y Cantares. Tomado del texto de Marcelo Viñar “El reconocimiento del prójimo” en El otro, el extranjero  ed. Zorzal, Argentina. 2003. p.38

[2] Jinkis, J. Vergüenza y responsabilidad. Publicado en Conjetural, Revista de Psicoanálisis, No.13. ed. Sitio. Buenos Aires, 1987

[3] De La Boétie, E. La servidumbre voluntaria.

[4] Bauman, Z. Modernidad y Holocausto, Sequitur, Madrid, 2010, p. 193

[5] Foucault, M. “Es inútil sublevarse” publicado en el diario Le Monde en mayo de 1979.

[6] “La hazaña memorable y criminal” nombrada en Tótem y Tabú.

 

Vanesa González-Rizzo Krasniansky. Psicoanalista con más de 18 años de experiencia clínica en el tratamiento de bebés, niños, adolescentes y adultos. Fundadora en el 2005 del Espacio de Desarrollo Infantil e Intervención Temprana (EDIIT) en la Ciudad de México. Miembro activo de la Asociación Mexicana para el Estudio del Retardo y la Psicosis Infantil (AMERPI), integrante de la Asociación Mundial para la Observación de Lactantes. Ha sido docente en el Círculo Psicoanalítico Mexicano, la Universidad la Salle Cancún, la Universidad Marista de Mérida, entre otras instituciones.

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Ensayo publicado en Tropo 16, Nueva Época, 2017.

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