Para emprender el vuelo *

Fer de la Cruz

 

 

Entramos en reversa

Iniciamos al final

 

En su prolegómeno, curiosamente al final de este libro, José Antonio Íñiguez señala un paisaje interior en conflicto —ahí me identifico, y pocos no lo harían— como hilo conductor en este fascinante mecanismo de transmisión lectoral cuyos engranes nos llevan de la poesía de compromiso social a la mencionada subjetividad intimista, en “cuatro movimientos o amagues ante la realidad que bien podrían ser los de cualquier ser humano” (p. 75).

En este recorrido desde atrás hacia adelante, vamos a encontrar poemas cercanos tanto al “yo” como al “nosotros” así, en colectivo. Esto es Engranaje (Textual, 2016, 77 pp.), de Jorge Yam. Arrancamos.

 

Punto muerto cobra vida

Metemos primera

 

En la sección final que le da título al libro, encaramos a la muerte merodeando las páginas tal vez como un revoloteo descendente en una taza de café, como la ausencia de quien promete gozo dejando cicatrices y resacas “donde las olas caminan en reversa” (p. 68), donde “niego entonces mi palabra / que ha quedado / en el borde de la copa” (p. 69).

Hallamos en este cierre los motivos marinos recurrentes en todo el libro, entrelazados con los de la metapoesía (la página, las letras, la tinta…), pero ahora el sol tiene la mirada gris, la arena convalece, las emociones naufragan, las páginas temen no sobrevivir a las letras, en un lirismo franco y finamente perturbador.

 

Abrimos ventanillas

Metemos clutch. Segunda

 

Ni parabrisas ni salpicaderas nos protegerían de la hermosura contemplativa que Jorge Yam recoge ahora de paisajes naturales y nos avienta en “Destellos”, la penúltima sección. Se trata de seis haikús impecables en fondo y forma y que dotan de alas a nuestro recorrido.

 

Tercera velocidad

 

La segunda sección es “Fondo azul”. El poeta cuestiona la razón de su existencia, como ante el espejo mismo de la mirada, como hilvanando los fragmentos dejados por las letras ante otro espejo despedazado. Los recuerdos empapelan al silencio para curar la timidez de los bolígrafos junto al cenicero. Afuera, la naturaleza vuelca árboles con ráfagas de viento como un monstruo que acaricia paredes y ventanas. ¿Y la naturaleza humana dónde acaso aterriza para mostrar su rostro? El poema llega escoltado por la duda. “Las respuestas […] no logran posarse en su vuelo” (p. 28) en tanto “[l]a poesía brinca entre mis dedos” (p. 29).

 

Llegamos al comienzo

 

Quien insiste en la postura huidobriana de que la poesía debe mantenerse libre de contenido social, descalifica casi toda la obra de Neruda. ¿Quién dice que la poesía no puede cuestionar esta omnipresente “democracia a la mex” que resulta fachada de una dictablanda cada vez más dura?

Engranaje, de hecho, abre con la sección “Política impura”, cuyos poemas denuncian a algunos monstruos de nuestra maquinaria nacional como la inequidad en las oportunidades, la desesperanza que mueve a tantos a montar la bestia persiguiendo un sueño que se torna pesadilla, o el devenir de los 43 de Ayotzinapa y tantos más de ese y otros lados en este nuestro México no siempre lindo, pero sí muy querido.

Aquí las letras son proyectiles, “los ciegos […] no encuentran / justificación de su mirada” (p. 13), “las flores se dicen / con la voz alta de nuestros muertos” (p. 14) y “[l]a democracia se toma en las rocas / en una mesa redonda / donde nunca serás invitado” (p. 16).

 

La culebra del tiempo vuela

en círculos mordiéndose la cola

 

Retomando el acertado prolegómeno epilogal de José Antonio Íñiguez: “[L]as cuatro secciones que componen este libro conforman un engranaje que pone en marcha la voz, el grito, el ademán de un yo lírico que busca abrirse paso entre el silencio y la incertidumbre […] Engranaje, pues, es un libro que invita a desajustar las piezas que componen lo real y ejercer un movimiento seguro entre sus páginas. Valdrá la pena seguir su movimiento” (p. 76).

Concuerdo con Íñiguez. No lo pudo haber dicho mejor. Y felicito a Jorge Yam por esta fascinante maquinaria modelo 2016, de 77 páginas en papel cultural, construido en los hangares de Textual Editorial del entonces México, D. F. y que hoy llega a buen puerto para deleite de quienes quieran abordarlo.

 

* Texto leído por su autor durante la presentación del libro Engranaje el pasado 11 de marzo de 2017, en el Gran Museo del Mundo Maya, en el marco del 2º Encuentro Literario del Sureste, como parte de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) en Mérida, Yucatán.

 

 

Fernando de la Cruz (Monterrey, Nuevo León, 1971) Radica en Mérida. Máster en español por Ohio University. Profesor fundador de la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes, en Mérida, donde laboró por cuatro años. También impartió dos semestres del Seminario de Escritura Creativa en la Universidad de Quintana Roo. Actualmente coordina el plantel Centro Histórico del Centro de Idiomas del Sureste. Es autor de varios títulos de poesía y ha recibido dos premios nacionales, dos regionales y dos estatales.

 

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Reseña publicada en Tropo 13, Nueva Época, 2017.

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