Orquídeas susurrantes

Miguel Miranda

 

Recuerdo la primera vez que vi un celular en una película. Fue en Wall Street (Oliver Stone, 1987) en una de cuyas escenas, un amanecer en la playa, Gordon Gekko (Michael Douglas) le llama a Bud Fox (Charlie Sheen) a través de algo parecido a un ladrillote blanco con una antena negra y plástica para contarle, además de algún truco con la especulación de valores, que estaba amaneciendo y él estaba en la playa. Esta inclusión tecnológica que me impactó en su momento (los celulares en el México de 1987 eran prácticamente “cosa del diablo”) la recordé cuando en las primeras páginas de la nueva novela de Elmer Mendoza, el protagonista y héroe programado para una nueva saga, el Capi Garay, manda WhatsApss a sus amigos mientras merienda con su madre. El hecho de leer por vez primera este anglicismo en la literatura mexicana, que refiere a uno de los medios de comunicación más usados en el mundo actual, me sorprendió por su irrefutable actualidad y me provocó leer la novela con cautela.

Es de este modo como El misterio de la orquídea Calavera (Tusquets Editores, 2014, 292 pp.) comienza con un chavo de dieciocho años como cualquiera de los de hoy día, que no se alejan del celular ni para merendar, cuando su madre recibe una llamada de secuestradores que le informan, no del todo amables, del secuestro de su marido. La señora, proclive al llanto fácil se desmaya y el Capi Garay, quien narra los hechos de aquí hasta el final en primera persona, toma la bocina para iniciar el diálogo con los secuestradores de su padre a través de las más de trescientas páginas de la novela.

El Capi comienza a narrar, como en un soliloquio, todas sus frustraciones de chavo de Culiacán, de clase media, con la hormona hasta arriba y problemas vocacionales, aunado a la tarea —aparentemente imposible— de remediar el secuestro de su padre. Su hermana mayor, quien es la líder de la familia después de su papá, se fue de vacaciones a Los Cabos con el novio y no contesta las llamadas. El Capi Garay es un chamaco devaluado por sí mismo, lleno de alergias y, además, con un abuelo que abiertamente lo menosprecia. Al no haber otra posibilidad, nuestro proto-héroe tiene que viajar a Xilitla, en la región huasteca de San Luis Potosí, a negociar con los secuestradores que piden cuatro millones de dólares y ahí lo han citado para la transacción.

Paralelamente, entra a escena la historia fantástica de Edward James. Edward Frank Willis James fue un escultor, poeta y millonario que nació en Greywalls, Escocia, en 1907 y murió de una embolia en San Remo, Italia, en 1984. Fue heredero de una gran fortuna y el único varón entre cuatro hermanas. Hijo del magnate norteamericano William James y Elizabeth Evelyn Forbes, su nombre fue dado en honor al rey Eduardo VII, a quien conocían personalmente y quien los visitaba frecuentemente en su propiedad llamada West Dean en Sussex. Era tal la cercanía con la familia, y en particular con Elizabeth Evelyn, que existen rumores que hacen pensar que el padre biológico de Edward James fue el mismísimo rey de Inglaterra.

El pequeño y sensible Edward fue criado por nanas, francesa y alemanas, en su mansión de West Dean. Comenzó a escribir poemas a los catorce años, a los diecinueve estudió bellas artes en la Universidad de Oxford y a los veinticuatro obtuvo su primer y único empleo como agregado cultural en la embajada británica en Roma. A unos meses renunció para dedicarse al mecenazgo de artistas. En 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, llegó a Estados Unidos y se estableció en Los Ángeles California. Borracho de whisky en una piscina, decide viajar a México, el país más surrealista del mundo, para establecerse en Xilitla y construir un nuevo jardín del edén, donde —por un designio de una nube de mariposas que cubrió el cielo— cultivaría orquídeas.

Elmer Mendoza, el principal representante de la narcoliteratura mexicana toma partes de la historia real de Eward James y las entreteje paralelamente a la historia del Capi Garay. Prácticamente toda la historia se desarrolla en Xilitla, un municipio de la huasteca potosina, recién nombrado “pueblo mágico” en 2011. Mendoza la sitúa ahí por un capricho de “raptor literario”; al papá del Capi lo secuestran en un rancho cerca de San Luis Potosí, pero son los captores quienes exigen que la negociación se lleve a cabo en el pintoresco pueblito, donde en 1945 llegó Edward James para construir su jardín del edén soñado. James lleva como compañero sobornado a Cornelio Bojórquez, de origen yaqui, a quien conoce en Cuernavaca y con quien descubre el paraje donde habrá de realizar su sueño. Sin embargo, el bosque está custodiado por Arsenia H, la chamana local, quien hará lo imposible por que no cultive orquídeas y mucho menos realice su jardín surrealista.

El Capi Garay llega a Xilitla muy a su pesar, para tratar de resolver la negociación y rescatar a su papá. Su desatino es mayor cuando descubre que olvidó el cargador del celular. Para matar la incertidumbre, escoge un libro del librero del hotel (que no es más que “El Castillo” real de Eward James) y comienza a leer “El misterio de la orquídea Calavera”.

A partir de este momento, las dos historias comienzan a tocarse y a darse pistas una a la otra. Elmer Mendoza construye dos novelas de aventuras, una basada en hechos reales con atisbos de realismo mágico y fantasía surrealista, y otra donde el sentido es una novela juvenil, con un triángulo dramático bien construido donde confluye “la influencia literaria” del libro que lee el protagonista. El Capi se convierte en lector activo de “El misterio de la orquídea Calavera” y se sorprende de los hallazgos: él es un muchacho subvaluado por todos y que apenas ha leído “Aura” de Carlos Fuentes, por encargo escolar. Finalmente, la recompensa llegará para el muchacho-antihéroe que se recompone a través de la lectura acuciosa que marca pistas precisas para la resolución del secuestro de su padre.

Creada como el inicio de una trilogía —tan de moda en estos días— Mendoza no ha dejado muy atrás su estilo de obras anteriores como Nombre de Perro y Balas de plata, con una prosa fluida y en ocasiones carente de pausas. La diferencia es que en este libro el sinaloense pretende establecer un contacto narrativo con el lector joven. Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa, es un incansable promotor de la lectura, hecho que ha encontrado veta en esta primera entrega de la serie del Capi Garay. Está preparando la segunda y tercera entrega donde el protagonista tendrá que resolver más problemas, en desiertos y otros escenarios, donde el autor desarrollará a su personaje juvenil.

El misterio de la orquídea Calavera es la exposición de una literatura seria y bien escrita para un público joven, que utiliza el güey como base de su vocabulario, acostumbrado a entretenerse con gadgets y facebook, pero acotada para lectores asiduos. La novela está llena de referencias reales y personajes surrealistas que transitan entre la historia, con pequeños homenajes que Mendoza fabrica a través de sus letras, entretejiendo ficción y realidad, surrealismo y metaficción: el escritor Enrique Serna es un amigo insomne de Bojórquez en Cuernavaca, y mientras escribe una novela le aconseja acompañar a Edwrd James a la Huasteca. Arturo Pérez Reverte (el escritor cartaginés, amigo de Mendoza desde los tiempos de La reina del sur) capitanea un barco que navega en el Mediterráneo durante la reunión de artistas que se dan cita: Max Ernst, Remedios Varo, Gala, Samuel Beckett, Leonora Carrington. Xavier Velasco es el camarero que sirve tragos a todos. Arturo Pérez Reverte advierte a los convidados de Edward James que pronto escucharán el canto de las sirenas. En eso aparece Salvador Dalí, en medio del mar, dentro de una escafandra con pólipos, en una escena cuyo desenlace no puedo más que transcribir:

 

Qué gusto encontrarte, Dalí, luces muy bien, veo que por ti no pasan los años. Me casé, Edward, con la sirena mayor, tuvimos un sirenito justo al año de casados…

 

El resultado estilístico de la última novela de Mendoza es una apuesta al interés lector del público joven: El misterio de la orquídea Calavera es una novela juvenil de corte negro y tintes surreales, muy recomendable para los jóvenes que quieren acercarse a la lectura; contiene muchos ingredientes que cautivarán a su público objetivo natural, además de elementos didácticos muy matizados que Mendoza deja plantados para que el mismo joven lector se interese en el movimiento surrealista, Xilitla, Edward James, Aura de Fuentes y muchas otras referencias sembradas como orquídeas susurrantes.

La novela es recomendable, pero si usted, como yo, vio la película del celular de Gordon Gekko, nació antes de los setentas y busca una novela negra con personajes e historias más allá del acné, los condones y muchos güeyes, es posible que prefiera otra cosa.

 

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Reseña publicada en Tropo 7, nueva época, 2015.

 

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