Francisco Puch Mis
Inexistente es el pasado literario de Quintana Roo,
Por lo mismo, su historia social es inédita…
Juan Domingo Argüelles
Los anales de la historia han marcado el año de 1974 como el de la fundación de Quintana Roo (Torres, 2000: 157). Sin embargo, la juventud del estado plantea una serie de interrogantes, entre las que destaca el hecho de preguntarnos ¿qué era Quintana Roo antes de convertirse en una de las treinta y dos entidades federativas de la República Mexicana? De la misma forma que nos hacemos esta pregunta, sale a la luz otra interrogante con el mismo grado de importancia que la anterior: ¿qué clase de literatura se hacía antes de la antología de Juan Domingo Argüelles? A esta pregunta habría que anteceder otra: ¿existía literatura en Quintana Roo antes de ser un estado libre y soberano?
Si bien esta antología fue publicada en el año de 1990, y titulada Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), cabe destacar que ella se constituye como un parteaguas en la creación de un embrionario canon literario quintanarroense, que, a su vez, muestra la inquietud de instaurar una tradición literaria en el recién creado paraíso mexicano.
Por lo tanto, la presente investigación pretende abordar en un análisis histórico-literario la importancia de la ya mencionada antología, para presentar ante el lector la función de dicho texto como creador de un canon literario que sería el inicio de lo que actualmente podemos llamar Literatura de Quintana Roo. Para lograr nuestro objetivo, abordaremos la antología no por su contenido, sino por la importancia paratextual en ella contenida.
Trazando mapas: el paratexto editorial
y la comunión de los espacios
El paratexto, nos dice Saïd Sabia, es “un conjunto de producciones, del orden del discurso y de la imagen, que acompañan al texto, lo introducen, lo presentan, lo comentan y condicionan su recepción” (2005). Por otra parte, los paratextos están inscritos en una dinámica comunicacional que permite el diálogo entre el autor del libro y sus lectores. Esto es posible gracias a un conjunto de estrategias formuladas con el fin de ayudar a organizar los fragmentos del texto que los lectores deberán seguir. Estas estrategias hechas por el autor o el editor —ya sea el caso— reciben el nombre de elementos paratextuales, que pueden clasificarse de acuerdo con su origen (Genette, 2001: 19-55). Los títulos, subtítulos y epígrafes reciben el nombre de peritextos autorales. Los paratextos, conocidos como peritextos editoriales, responden a una amplia gama de proyectos destinados a la producción bibliográfica —antologías, compilaciones, obras completas— de donde el peritexto autoral es propenso a sufrir modificaciones por parte del editor, con el fin de reestructurar el marco del libro. Entre los paratextos editoriales podemos mencionar los prólogos, notas a pie de página, epílogos e índices, el diseño de forros, la contraportada, hoja legal, por solo mencionar algunos.
Partiendo de esta clasificación general propuesta por Genette, y siguiendo los métodos de análisis paratextual, tenemos que el peritexto editorial viene a ser uno de los elementos estructurales más importantes de Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990) (1990). Esto debido a que el papel de editor y autor de esta antología recae en el mismo sujeto: Juan Domingo Argüelles. Por lo tanto, no habrá distinción alguna de los elementos paratextuales que podamos encontrar en la antología. Y por ello, aterrizaremos nuestro análisis en elementos como la colección a la que pertenece el libro, la editorial que lo publica, el editor, y los elementos internos del libro, como son el prólogo, la bibliografía y las semblanzas de autores que están presentes en el texto.
Una vez hechas estas aclaraciones, es conveniente recordar que la casa editorial de la antología —conaculta— corresponde a un organismo público creado en 1988 (Dirección general de comunicación social, 2014: s/p). Este organismo tiene como misión: “preservar de forma integral el patrimonio cultural de la Nación en sus diversas manifestaciones artísticas y culturales así como estimular los programas orientados a la creación, desarrollo y esparcimiento de las mismas” (Dirección general de comunicación social, 2014: s/p).
Ahora bien, conaculta, apenas dos años después de estar consolidada como la máxima casa cultural en el país, lanza una colección editorial denominada “Letras de la República”, la cual surge de la inquietud de José Luis Martínez, quien menciona en la contraportada de la antología, la existencia de una necesidad por: “distinguir en el cuerpo total de la literatura mexicana cada uno de los matices con que contribuyen nuestras diferenciadas regiones geográficas” (Argüelles, 1990). Esta inquietud, además de concretarse en muchos libros[1], buscaba: “sistematizar el conocimiento de la literatura con antologías rigurosas que reúnan lo mejor de la producción literaria del país” (Argüelles, 1990)[2].
Hasta este punto, tenemos que Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), viene a formar parte de una empresa totalizadora y centralista que buscaba generar “un puente para el diálogo cultural entre las diversas entidades” (Argüelles, 1990). El hecho de centralizar y limitar la literatura que puede considerarse dentro o fuera de la producción quintanarroense, manifiesta un deseo por generar un corpus canónico. Para lo cual, nuestro autor/editor basa su selección en lo que David Anuar denomina como las tres G[3]. Estas tres G responden a un protocolo de inclusión literaria que nos permite aceptar la pertenencia o la no pertenencia de algún autor que busque adherirse a un corpus específico como lo sería la literatura quintanarroense (González Vázquez, 2014).
Considerando estos aspectos (el genético, el genérico y el geográfico, que pueden resumirse en: autores nacidos en Quintana Roo; autores cuya temática literaria sea Quintana Roo; o autores cuyo lugar de escritura sea Quintana Roo), observaremos que Argüelles incluye a ocho escritores oriundos de Quintana Roo, a cuatro de Campeche, y a uno de Toluca. Esto nos permite ver que las tres G aparentemente son cumplidas. Sin embargo, si centramos nuestro análisis paratextual en el título, tenemos que Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990) deja ver una inquietud que Argüelles plasma en su prólogo a la edición:
Hasta hace poco más de una década era imposible hablar de literatura quintanarroense. No existía. Inexistente es el pasado literario en Quintana Roo, por lo mismo, su historia social es inédita […]
Salvo los autores de versos de ocasión, escritos para ser declamados en las escuelas o en las ceremonias por los más diversos motivos […] Quintana Roo no produjo escritor alguno, que mereciese tal nombre hasta que en 1977, Antonio Leal publica su primera colección de poemas (Argüelles, 1990:11).
Es decir, Argüelles se ciñe solamente a seleccionar autores (en el caso de los oriundos) considerados quintanarroenses solo desde un plano fundacional. Con esto nos referimos a que el editor no considera literatura quintanarroense a lo que fue escrito con una centuria de anticipación, como lo menciona Agustín Labrada en su libro Teje sus voces la memoria (2011), quien señala una serie de antecedentes decimonónicos como el poeta yucateco Luis Rosado Vega y su libro Claudio Martín, vida de un chiclero (1938); los poemas de Wenceslao Alpuche (1887), y otros escritores del siglo XIX que por algún motivo u otro habitaron y escribieron en el territorio en que se contemplaba estaría Quintana Roo (Labrada, 2011: 11-19).
Ante esto, debemos ser conscientes de que el trabajo literario quintanarroense comenzaba a gestarse. Sin embargo, esto no justifica a Argüelles de plasmar en su antología una serie de características que darán cabida a la selección de algunas obras, pero al mismo tiempo el descartar otras. Y esto no solo pasa con obras que se dejaron fuera de esta antología, sino también con una serie de géneros literarios descartados por el antologador. Entre algunos textos excluidos en la antología de Argüelles podemos mencionar los siguientes. Mismos que hemos organizado genéricamente en novelas y crónicas de viaje.
Las novelas que podemos destacar son: Los misterios de Chan Santa Cruz: Historia verdadera con episodios de novela (1864), de Pantaleón Barrera; Cecilio Chi (1869), de Severo del Castillo; y Nati Pat: Los indios bárbaros de Yucatán (1893), de Ernesto Morton (Labrada, 2012: s/p). Por otra lado, las crónicas de viajes al Caribe mexicano está llena de textos de diversa índole como: Incidentes de viaje en Yucatán (1843), del estadounidense John L. Stephens; Viaje de Honduras Británica a Santa Cruz, Yucatán (1888), del inglés William Miller; e Independent Indian States of Yucatán, del alemán Karl Sapper (1904) (Labrada, 2012: s/p). Cabe hacer una mención especial de textos como Tierra de chicle (1937) y México íntegro (1939). El primero de Ramón Beteta, y el segundo de Moisés Sáenz, quienes en palabras de Agustín Labrada, “desde el periodismo escriben crónicas y artículos con zonas muy literarias” (Labrada, 2012: s/p), producto de su viaje como parte de la Comisión Científica Mexicana para realizar estudios del territorio quintanarroense.
Los textos anteriormente enlistados, se inscriben en la dinámica vivencial (y ficcional en el caso de las novelas), es decir, son libros de crónicas y reportajes que, sin embargo, por su extensión o desconocimiento quizás fueron descartados. Esto nos indica que el primer intento por generar un canon literario quintanarroense, basó su construcción en los géneros literarios más importantes como son el cuento y la poesía, demostrando que existe una mayor afinidad poética que narrativa. Es así que se incurre en un silenciamiento de géneros periodísticos, al igual que del cuaderno de viajes, la etnografía y la crónica.
Sin embargo, esta antología guarda un papel importante en la historia literaria de Quintana Roo, debido a que constituye un parteaguas (por ser además la primera) en la consolidación del canon quintanarroense. En esta antología se da la comunión de espacios vecinos, espacios externos e internos, y se facilita la construcción de puentes comunicacionales. Además, instaura y visibiliza en el mapa de la República y el de la península, la primera o las primeras coordenadas de una cartografía que esperamos con el tiempo se vuelva más fructífera y que amplíe en una próxima antología la inclusión de otros géneros literarios y discursivos.
Bibliografía
Argüelles, Juan Domingo (1990). Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), Ciudad de México: conaculta.
Dirección general de comunicación social (2013). “Acerca de conaculta”, en <http://www.conaculta.gob.mx/acerca_de/#.U5EOf3KSwms > (5 de junio de 2014).
Genette, Gerard (2001), Umbrales, Ciudad de México: Siglo XXI.
González Vázquez, David Anuar (2014). “Tropo a la uña en la historia de la literatura quintanarroense”. Conferencia impartida el 24 de abril de 2014 en el Auditorio Principal de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán en el marco del Día Mundial de la Poesía (inédita).
Labrada, Agustín (2011). Teje sus voces la memoria. Yucatán: Dante.
Labrada, Agustín (2012). “Literatura quintanarroense y pasado poético”, en Otro lunes. Revista hispanoamericana de cultura, no. 24, año 6. <http://otrolunes.com/24/este-lunes/literatura-quintanarroense-y-pasado-poetico/> (6 de junio de 2014).
Sabia, Saïd (2005-2006). “Paratexto. Títulos, dedicatorias y epígrafes en algunas novelas mexicanas”, en Espéculo Revista literaria, no. 31, año X. <https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero31/paratext.html > (7 de mayo de 2014).
Torres Maldonado, Eduardo José (2000). “El Caribe mexicano hacia el siglo XXI (del cómo y por qué Quintana Roo, un infierno tropical y expresidio político, devino en un paraíso turístico moderno y en una compleja sociedad mexicana-caribeña y fronteriza)”, en Diacrónica del Caribe Mexicano: Una historia de Quintana Roo y Cancún, Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco (UAM-A), 145-264.
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[1] De acuerdo a la base de datos de las librerías Educal, la colección “Letras de la República” consta de un total de veintiún títulos que recorren la historia literaria de diecisiete estados. Los títulos que componen la colección son: Aguascalientes. Estancias y senderos (1993); Baja California. Piedra de serpiente. Poesía y prosa Vol. I y II (1993); Baja California sur. Otro mar, otro desierto. 1932-1990 (1991); Campeche. Punta del ala del país 1450-1990 (1992); Chiapas. Voces particulares. Poesía, narrativa y teatro (siglos XIX y XX) (1994); Colima en el camino de la literatura. Novela, cuento y poesía (1837-1922) (1994); Durango. Una literatura del desarraigo. 1829-1990 (1991); Estado de México. Donde nadie pertenece. 1690-1990 (1991); Innovación y permanencia en la literatura coahuilense (1993); Morelos. Literatura bajo el volcán. 1871-1990 (1992); Nuevo León. Brújula solar. Poesía (1876-1992) (1994); Nuevo León, entre la tradición y el olvido. Cuento (1920-1991) (1993); Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990) (1991); Sinaloa lengua de tierra. Crónica, ensayo, narrativa y teatro (1996); Sonora, un siglo de literatura (1993); Tamaulipas. Una literatura a contrapelo. Poesía, narrativa, ensayo y teatro (1851-1992) (1994); Veracruz. Dos siglos de poesía: XIX y XX. Vol. I y II (1992); Voces narrativas de Veracruz (1837-1989) (1993); y Zacatecas: cielo cruel, tierra colorada. Poesía, narrativa, ensayo y teatro (1868-1992) (1994).
[2] Las dos citas previas se encuentran en la contraportada de la antología Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990) (1991).
[3] David Anuar en: “Tropo a la uña en la historia de la literatura quintanarroense” define las tres G, «1) la cuestión geopolítica, 2) la cuestión genérica (rasgos o características), y 3) la cuestión genética» (González Vázquez, 2014), de la siguiente manera:
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Francisco Puch Mis (Cancún, Q. Roo, 1991). Estudiante de Literatura Latinoamericana en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Sus temas de interés giran en torno al análisis poético. Actualmente, realiza una investigación sobre la Vanguardia Latinoamericana.
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Ensayo publicado en Tropo 6, nueva época, 2014.