David Anuar
Quintana Roo,
porque quiero cantarte con firmeza
mis palabras se abren a machete
y hacen un claro
en la armoniosa geografía de la Patria
Ramón Iván Suárez Caamal
Al iniciar la lectura de este documento, ya desde el título, es posible plantearle, al texto mismo, diversos cuestionamientos de la más variada índole; por ejemplo, nunca faltan comentarios de sorpresa, o de burla, como “¿existe literatura en Quintana Roo?”, “¿se escribe algo que no sean folletines turísticos?”; también desde una perspectiva histórica, cabe hacer la siguiente pregunta, “¿acaso puede existir una historia de la literatura en un estado que no cuenta con más de 50 años de haberse fundado?” Para intentar responder las preguntas anteriores, y abrir así el panorama respecto a la literatura de Quintana Roo, considero importante comenzar con una breve reseña histórica sobre la vida de este joven estado, posteriormente focalizarme en la historia literaria de esta entidad y algunos problemas o peculiaridades en la conformación de ésta, y concluir con la inserción de Tropo a la uña como proyecto editorial en este contexto histórico literario.
De Yucatán a Territorio a Estado
Quintana Roo, históricamente, ha sido un espacio geopolítico definido por la indefinición, la ambigüedad, la indeterminación, por su carácter de estar dentro y fuera, siempre al borde, a la orilla, al margen, es decir, en la periferia de la periferia. Su historia se puede resumir más o menos, de forma muy general en tres etapas: 1) el periodo yucateco, 2) el periodo de Territorio, 3) el periodo de Estado.
—El periodo yucateco. Desde la Colonia hasta el siglo XIX, Quintana Roo fue un espacio geográfico perteneciente a Yucatán. En esta etapa se caracterizó por ser una región deshabitada, alejada de las dinámicas sociales y políticas, con excepción de Bacalar —o Villa de Salamanca—, donde se encontraba el fuerte de San Felipe, y aún con eso, para los propios peninsulares era un punto poblacional remoto y de difícil acceso (Ramos Díaz, 1997: 19).
—El periodo de Territorio. En 1902, por mandato de Porfirio Díaz, Quintana Roo deviene Territorio Federal, quedando así desligado de Yucatán y bajo las órdenes directas del centro del país a través del poder militar. En este sentido, me parece acertada la interpretación que el historiador Carlos Hoy hace sobre este proceso, pues menciona que “la Guerra Agraria Maya de 1847, […] fué [sic] la razón suprema de la erección de Quintana Roo como entidad” (1983: 23). Cabe recordar que los mayas se apostaron en el territorio que hoy denominamos Quintana Roo, donde resistieron por más de 50 años los intentos de pacificación por parte del gobierno yucateco. Esta resistencia era sumamente problemática por encontrarse en un punto fronterizo, sobre todo en aquel entonces, pues lindaba con la colonia británica de Belice. Era problemático pues ponía en peligro la soberanía del territorio nacional, ya que existía la amenaza siempre latente de la anexión del Territorio de Quintana Roo a la colonia británica. Por estas razones, así como para tener un mayor control comercial aduanero de la frontera, se fundó Quintana Roo como un territorio militar. También es importante remarcar que en este periodo Quintana Roo fue conocido como la Siberia Mexicana, pues era un punto inhóspito del país que funcionaba como presidio político, además de que su gobierno, de corte militar, se caracterizaba por diversos desenfrenos en el manejo y explotación del Territorio (Macías Richard, 1997).
—El periodo de Estado. Quintana Roo es establecido, por decreto presidencial de Luis Echeverría, como el estado número 31 de la federación el 7 de octubre de 1974, “convirtiéndose así en el estado más joven” de la República (Torres Maldonado, 2000: 157). Ahora bien, en el nombramiento de Quintan Roo como estado pleno de la República Mexicana, influyó mucho la creación de Cancún como parte del proyecto “Centro Turístico Integral” (CTI), impulsado por un grupo de banqueros mexicanos (Martí, 1985; Torres Maldonado, 2000), quienes buscaban la activación e integración de ciertas regiones del país que se encontraban económicamente deprimidas. Sobre Cancún podríamos decir que se inicia como una fantasía, como un sueño al final de los 60, un mero plano y muchas tablas de estadísticas que se concreta en el 69, para ser ratificado por el presidente Echeverría en el 70. Y sucede que esta ciudad marcó, marca y seguirá marcando profundamente la dinámica socioeconómica de Quintana Roo; como menciona Torres Maldonado, puede hablarse de un antes y un después de Cancún (2000: 147).
Una historia de la literatura quintanarroense: tres problemas
Desde mi perspectiva, es necesario abordar tres problemas que me parecen centrales para la configuración de una tradición literaria en el estado de Quintana Roo que busque remontarse más atrás de 1974, e incluso de 1902. A estos tres problemas los he denominado las tres G, y responden a las siguientes tres cuestiones o criterios: 1) la cuestión geopolítica, 2) la cuestión genérica (rasgos o características), y 3) la cuestión genética (pertenencia y migración). A continuación, trataré de explicarlos brevemente, así como sus distintas implicaciones.
—La cuestión geopolítica tiene que ver con el hecho de que en México y en Latinoamérica, suele agruparse la producción literaria por zonas o regiones geográficas delimitadas políticamente, empero, cabe reconocer que los conceptos derivados de esto, como los de literatura regional o nacional, suelen ser muy flexibles, variables e, incluso, frágiles. En el caso de la literatura quintanarroense, escoger o no un criterio geopolítico de aglutinamiento, pone en juego la amplitud de lo que se considerará quintanarroense, es decir, si sólo se considerara literatura quintanarroense lo que se escribió a partir del surgimiento de Quintana Roo, en 1974, como estado autónomo de la federación; de ser así, un cierto número de obras quedarán fuera del canon histórico literario, es más, sólo podría narrarse/hacerse una historia de 40 años de edad; en este sentido, cabe señalar que Juan Domingo Argüelles adquiere esta postura en la primera antología literaria quintanarroense publicada en 1990 por CONACULTA, Quintana Roo una literatura sin pasado, y se ubica así la fundación de la literatura de Quintana Roo en la figura del poeta Antonio Leal, y sus primeras publicaciones de poemas en los 60s y 70s en la Ciudad de México (Argüelles, 1990: 11; Labrada, 2011: 13-14).
Ahora bien, si se considera quintanarroense todo lo producido a partir de 1902 en y sobre el Territorio de Quintana Roo, eso nos da como resultado una historia literaria de mayor amplitud, de 112 años, para ser exactos. Tomando esta postura, podrían incluirse textos como Tierra de chicle (1937), de Ramón Beteta, crónica de viaje escrita en un estilo poético, así como Poema de la Selva Trágica (1937) y Claudio Martín. Vida de un chiclero (1938), ambas obras del yucateco Luis Rosado Vega. No obstante, aun con este criterio, queda fuera un posible e importante referente como el poeta Wenceslao Alpuche, quien nació en Tihosuco, ubicado en el espacio geográfico que actualmente se denomina Quintana Roo. Por ello, tomar sólo un criterio geopolítico como guía de inclusión, deja fuera importantes referentes; en este sentido, es posible mencionar que los espacios existen independientemente de las nominaciones políticas que se les otorguen, los espacios aun sin sus respectivos nombres contemporáneos, tienen y acumulan historia. Es así que se abre una bifurcación en la delimitación de lo que podrá, históricamente, incluirse como quintanarroense; por un lado, todo lo producido a partir de 1902 en adelante, tomando así lo geopolítico como guía rectora o, por otro lado, escoger un criterio geográfico de existencia espacial del lugar, sin importar la nominación política de éste, y así, es posible remontarse no sólo a referentes del siglo XIX, sino también de la Colonia en Quintana Roo.
—La cuestión genérica hace alusión al hecho de que algunos críticos como Norma Quintana y Miguel Ángel Meza consideran que aún no hay rasgos característicos de la literatura escrita en Quintana Roo, salvo el hecho de que se da mejor la poesía que la narrativa (Meza, 2006: 9). Concuerdo con Norma y Miguel Ángel en el hecho de que la poesía tiene una mayor presencia en el estado —a pesar de que en “Poesía en Quintana Roo: contexto, características, y tres propuestas”, haya tratado de mostrar que es posible detectar algunas primeras características de la poesía de este estado—, incluso a nivel histórico: el primer escritor en el espacio geográfico de Quintana Roo, fue el poeta decimonónico Wenceslao Alpuche (1887 [1842]); de ahí es posible trazar una línea cronológica de poetas que han ido conformando el canon de la literatura quintanarroense, Luis Rosado Vega con Poema de la Selva Trágica (1937), Antonio Leal con Duramar (1965; 1981), Ramón Iván Suárez Caamal, Luis Miguel Aguilar, Juan Domingo Argüelles, y Javier España, son algunos de los poetas que se han ido estableciendo como el canon de la poesía y, por tanto, de la literatura en Quintana Roo. Con todo esto, sólo deseo recalcar que la literatura quintanarroense está íntimamente ligada al ejercicio de la poesía, lo cual no quiere decir que no haya narradores, ejemplo de éstos son: Héctor Aguilar Camín, Mario Pérez Aguilar, y Elvira Aguilar Angulo, por sólo mencionar algunos.
—La cuestión genética nos introduce de lleno en el problema más complejo de la literatura quintanarroense, y es la cuestión de pertenencia, es decir, qué será considerado quintanarroense, qué obras podrán llevar esa nominación y de qué dependerá. En primera instancia, y tomando la postura más conservadora, sólo los autores nacidos en Quintana Roo producirán obras quintanarroenses, tomándose así un criterio genético. En otras palabras, en tanto que el creador como padre de la obra pertenece o procede de Quintana Roo, su obra, como hija de éste, también lo será, pues porta, de alguna forma misteriosa, los mismos genes que su padre.
Ahora bien, si tomamos en cuenta la historia de Quintana Roo, su relativa juventud histórica como entidad política, así como la fuerte migración que ha recibido en las últimas décadas debido al turismo desarrollado tanto en Cancún como en el corredor turístico de la Riviera Maya, es posible darse cuenta de que la mayoría de la población es exógena. Y lo mismo sucede con los escritores, sobre todo con los de la parte norte del estado, concretamente en Cancún, donde nos encontramos con autores como: Miguel Ángel Meza, Carlos Hurtado, Óscar Reyes Hernández, Alicia Ferreira, David Guerrero, Leonardo Kosta, Jorge Brogno, entre muchos otros que no son originarios de Quintana Roo, pero que se han vuelto residentes de Cancún y han desarrollado su creación poética en esta ciudad, la cual los ha adoptado como propios, pues en Cancún no hay nada de propio, todo le ha venido de fuera. Como ha dicho Arturo Escaip Manzur, “En Cancún todos somos migrantes”: en Cancún lo propio ha sido hecho de lo otro.
Dado lo anterior, el criterio genético es viable y factible, pero no puede ser el único criterio tomado en cuenta para incluir obras dentro del canon de la literatura de Quintana Roo. Si se siguiera, muchos autores que han desarrollado su carrera en el estado quedarían fuera. Un buen ejemplo es el poeta Ramón Iván Suárez Caamal, originario de Campeche, pero que desde hace muchos años radica en Bacalar. En el caso de Cancún, si se siguiera únicamente el criterio genético, prácticamente todos los escritores quedarían fuera o, al menos, la gran mayoría, exceptuando las generaciones jóvenes de escritores nacidos en Cancún.
Desde mi óptica, al criterio genético, es necesario agregar otros dos criterios que vienen a complementar al anterior: el criterio temático y el paratextual. Es decir, sobre qué tema habla lo escrito, y si este tema es relevante o tiene relación con el espacio geográfico de Quintana Roo y sus dinámicas sociales; y el paratextual tiene que ver con la materialidad de la obra, tomando en cuenta sobre todo la información editorial, normalmente ubicada en la hoja legal o en el colofón, como fuente relevante para determinar si la obra ha sido publicada con fondos del estado o con una editorial del estado; asimismo, si la obra es representativa de Quintana Roo, o una de sus ciudades, o de la propia tradición literaria del estado, lo cual normalmente se plasma en los metatextos paratextuales como los prólogos y los comentarios en las contraportadas.
Así pues, resumo: hay tras problemas o cuestiones relevantes (ciertamente hay más, aquí sólo he enunciado algunos) en la literatura de Quintana Roo: la cuestión geopolítica o geográfica, en este caso nosotros nos hemos decantado por lo geográfico; la cuestión genérica sobre el hecho de que se da mejor la poesía en el estado; y la cuestión genética, criterio insuficiente para la inclusión de obras y autores en el canon quintanarroense, debido a las peculiares dinámicas sociales en el estado como la migración, lo cual ha provocado grandes cantidades de población exógena, diversa, multicultural.
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Tropo y la literatura de Cancún
En este contexto histórico, Tropo a la uña surge en 1998, en la ciudad de Cancún, como una publicación de literatura y arte, con una periodicidad bimestral primero y luego trimestral, que se erige como un espacio que acoge en su primera época (1998-2007), así como en la actualidad, con el inicio de la segunda (2013-), lo múltiple y lo diverso, las heteróclitas voces que conforman la naciente literatura de Cancún. Es significativa la presencia de Tropo en esta ciudad, ya que funcionó y funciona como un polo de concentración tanto para escritores residentes en la ciudad, así como para escritores del resto de la entidad, al igual que de otros estados, principalmente Yucatán.
El nombre de Tropo a la uña resume muy bien lo arriesgado de llevar a cabo una empresa cultural como ésta en una locación netamente capitalista como Cancún, donde la cultura tiende a estar supeditada a la economía, y no se visibiliza el hecho de que la cultura también es una necesidad humana. Pues bien, en el título se combina la expresión Trompo a la uña, que es el movimiento más difícil en el juego del trompo, pues implica subirse el trompo a la uña mientras éste está girando; y tropo, figura retórica que simboliza por excelencia a la literatura; al reemplazar Trompo por Tropo, se obtiene el sentido de este título: “darle vida a una revista literaria en Cancún es por cierto una empresa difícil, todo un desafío” (Tropo 1, 2013: 1).
Ahora bien, ¿por qué es relevante Tropo en la literatura de Quintana Roo? Desde mi óptica, la importancia de Tropo radica, número uno, en que se ubica, históricamente en el periodo Estado como una revista ya de trayectoria y duración en la ciudad con más alto índice de migración de la entidad, y en sus páginas se reúnen voces de escritores y poetas que vienen de afuera, que son migrantes, pero que encuentran un hogar, un espacio para desarrollar su labor creativa en la ciudad de Cancún, y que poco a poco van formando parte del estado y de su literatura, creando al mismo tiempo una literatura diversa, multicultural, que configura lo propio a partir de lo otro.
Número dos: el hecho socializar a estos escritores con el público cancunense, creando así una consciencia cultural e identitaria[1]; es en este proceso donde Tropo, junto con todos los responsables de hacer que esta revista sea una realidad, se configuran como transductores o intermediarios entre los autores y el público lector, siendo el puente por el cual es posible la comunión literaria a través de la lectura (Maestro, 2002).
Número tres: uno de los objetivos principales de la revista es el dar a conocer la producción de los noveles creadores, pero al mismo tiempo publicar escritores consolidados. Este objetivo es descrito por Tropo de la siguiente manera: “aglutinar, dar a conocer y situar de manera crítica y propositiva el trabajo creativo de los escritores cancunenses, de los de la entidad, e incluso peninsulares, sobre todo los de la generación naciente, que muestran inquietudes, despiertan su vocación y a veces necesitan el impulso editorial para motivarse y seguir creando” (Tropo 1, 2013: 1). Por todas estas razones, Tropo y Cancún son espacios donde la geografía y el discurso se comprimen, se amalgaman, se transforman, se vuelven heteróclitos, dialogantes, uno y diversos.
La poesía en la nueva era de Tropo
Finalmente, y a modo de conclusión, sólo deseo hacer un apunte sobre la presencia de la poesía en la nueva época de Tropo. Si históricamente la poesía ha sido el género más cultivado en la tradición literaria de Quintana Roo —siendo incluso poetas los fundadores de esta literatura, ya sea en la vertiente de antecedentes históricos como Wenceslao Alpuche, ya en su vertiente contemporánea con Antonio Leal—, la poesía sigue felizmente presente en la producción literaria del estado. En los ya tres números editados de Tropo, tenemos 35 poemas, más de 20 poetas, y de éstos, aproximadamente tres cuartas partes de ellos son residentes de Cancún.
No puedo terminar este texto sin leer algunos fragmentos de poemas que se encuentran en las páginas de Tropo, fragmentos que no son más que una insinuación, una invitación a que cada lector tome el riesgo, la fortuna, la insalvable caricia de leer por sí mismos esta publicación a la cual le damos la bienvenida y le tendemos el brazo en amistad: ¡en hora buena, Tropo a la uña!
El poema terminaba con un botón florido. El poeta lo sellaba antes de que el viento le soplara el pecho. Lo leía por última vez con el cuidado de quien camina entre espinos y los destronca con sus pisadas.
(Raúl Renan, Tropo 2, 2013: 15).
Vasta memoria, virgen geografía,
te recorro, país de los vivido;
en cada puerta puerto he conocido;
porque me perteneces no eres mía.
(Ramón Iván Suárez Caamal, Tropo 1, 2013: 18).
Pido clemencia por usurpar estas esquinas
el sol de estos semáforos tan puntuales
la marea del ruido: sus risas y sus cláxones:
la sal toda del día que carcome mis heridas
(Miguel Meza, Tropo 2, 2013: 19).
Al escribir me electrocuto:
son cables de alta tensión mis venas
mi sangre bombea kilowatts
mi lengua es una anguila
y mi corazón una bombilla.
(Jhon Mcliberty, Tropo 2, 2013: 40).
Me levanto y zarpo
en el barco de la poesía
(Jorge Yam, Tropo 2, 2013: 37).
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Conferencia impartida el 24 de abril de 2014 en el Auditorio Principal de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán en el marco del Día Mundial de la Poesía
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Bibliografía
Alpuche, Wenceslao (1887) [1842], Poesías de Wenceslao Alpuche, con una noticia biográfica, Yucatán: Imprenta Hidalgo de J. C. Sánchez.
Argüelles, Juan Domingo (1990), Quintana Roo una literatura sin pasado (cuento y poesía 1977-1990), Ciudad de México: CONACULTA.
Beteta, Ramón (1937), Tierra del Chicle, Ciudad de México: [s/e].
Escalona Hernández, Consepción (coordinadora) y María del Pilar Jiménez Márquez (2010), Cancún: un entramado de voces, cultura, sociedad e historia, Ciudad de México: Editorial Verás – Universidad del Caribe.
González Vázquez, David Anuar, Cuatro ensayos sobre poesía hispanoamericana, Ayuntamiento de Mérida – CONACULTA.
Hoy, Carlos (1983), Breve historia de Quintana Roo, Chetumal: Gobierno de Quintana Roo.
Labrada, Agustín (2011), Teje sus voces la memoria, Yucatán: Dante.
Macías Richard, Carlos (1997), Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorial en Quintana Roo, Ciudad de México: UQROO – CONACYT.
Maestro, Jesús G. (2002), “La recuperación de la Semiótica”, en Jesús G. Maestro (compilador) Nuevas perspectivas en Semiología literaria, Madrid: Arco Libros, 11-40.
Martí, Fernando (1985), Cancún, fantasía de banqueros: la construcción de una ciudad turística a partir de cero, Ciudad de México: Uno.
Meza, Miguel Ángel (compilación, prólogo y notas) (2006), Como el mar que regresa. Cuentos ganadores del concurso de cuento corto de la Casa de la Cultura de Cancún, Cancún: IQC – Casa de la Cultura de Cancún.
Ramos Días, Martín (1997), La diáspora de los letrados. Poetas, clérigos y educadores en la frontera caribe de México, Ciudad de México: UQROO – CONACYT.
Rosado Vega, Luis (1937), Poema de la Selva Trágica, Chetumal, Territorio de Quintana Roo: S.C.O.P.
Rosado Vega, Luis (1938), Claudio Martín. Vida de un Chiclero, Ciudad de México: S.C.O.P.
Suárez Caamal, Ramón Iván (1986), Bajo el signo del árbol, Quintana Roo: Gobierno del Estado de Quintana Roo.
Torres Maldonado, Eduardo José (2000), “El Caribe mexicano hacia el siglo XXI (del cómo y el porqué Quintana Roo, un infierno tropical y expresidio político, devino en un paraíso turístico moderno y en una compleja sociedad mexicana-caribeña y fronteriza)”, en Diacrónica del Caribe Mexicano: Una historia de Quintana Roo y Cancún, Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco (UAM-A), 145-264.
Tropo a la uña 1 (2013), año 1, número 1, junio.
Tropo a la uña 2 (2013), año 1, número 2, septiembre.
[1] Para más información sobre los procesos identitarios en Cancún, consultar Escalona Hernández y Jiménez Márquez (2010).
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Imagen tomada de la página de Facebook La voz del Joropo.