Retrato de una vida heroica

Juan Carlos Serrano

 

El sueño de Celta (Alfaguara, 2012), de Mario Vargas Llosa, es una novela histórica que narra la peripecia vital de un hombre de leyenda: el irlandés sir Roger David Casement (1864−1916). Héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral, una figura de múltiples aristas, controversial, admirado y odiado, que se apaga y renace después de su muerte en 1916.

El autor elige comenzar ubicando al protagonista en sus últimos días. Desde su reclusión en la cárcel londinense de Pentonville, nos narrará su historia. Desde los días interminables que anunciaban su fatal desenlace, nos trasladará a su primera niñez en Doyle´s Cottage, un suburbio de Dublín, donde nace un 1 de septiembre.

Hijo menor de cuatro hermanos que fueron educados como anglicanos, el pequeño Roger es bautizado por Anne Jephson —la madre— en la fe católica cuando él tiene cuatro años. Este pilar espiritual sólido fallece en 1873. Y su padre —que los ha enviado a vivir con un tío abuelo—, sumido en la desolación y la soledad por la pérdida de su esposa, fallecerá en 1876, víctima de la tuberculosis.

A los 15 años, luego de abandonar los estudios y trasladarse a vivir a Liverpool, a casa de unos tíos maternos, accede a su primer trabajo en la compañía naviera Elder Dempster Line. Alentado por el recuerdo de aquellos pioneros que descubrió en su niñez en las historias de la India y Afganistán, Roger irá definiendo su destino. Leyó todo lo que pudo de las relaciones comerciales entre el Imperio Británico y el África Occidental: Llevar al África los productos europeos e importar las materias primas era, más que una operación mercantil, una empresa a favor del progreso de pueblos detenidos en la prehistoria, sumidos en el canibalismo y la trata de esclavos”. Así lo consideraba Roger, por eso, después de tres viajes que realizó al África, le anunció a su familia que partía a esas tierras; tenía veinte años.

Después de servir un tiempo en Nigeria, Maputo y Angola, hacia 1900 le propone a la oficina del Foreign Office llevar a cabo una expedición al interior del Congo. Quería constatar los crecientes rumores sobre iniquidades cometidas contra los nativos en la región. Bélgica —aliada de Inglaterra— había recibido esta vasta zona, encomendándosele a Leopoldo II, rey de Bélgica, la protección de los indígenas y la instalación de misiones e iglesias bautistas.

En 1903, Roger Casement llega como cónsul y se instala en Boma. Desde allí recorrerá el bajo, medio y alto Congo, tomando notas de cuanto ve. En todas las estaciones que recorre, su tristeza y desilusión van en aumento. La cauchería, principal producto del lugar, conocido en aquella época como “el oro negro”, es recolectado de los arboles del látex por nativos que sobreviven en situación de esclavitud. Obligados a recolectar cantidades nunca alcanzadas, son separados de sus familias, torturados en el cepo, mutilados de las manos o azotados hasta perder el conocimiento.

Con el tiempo reconocerá que la llegada de los europeos a estas tierras, en lugar de provocar su tan ansiada civilidad, ha provocado una barbarie inimaginable. Por su deterioro físico, sufrirá fiebres palúdicas y malaria que lo obligan a permanecer postrado por largos periodos. En los cuadernos también anota los encuentros sexuales, ocasionales y muy esporádicos, con jóvenes que lo deslumbran con su belleza autóctona, y algunos otros que parecen ser más el producto de su fantasía que de relaciones reales.

A su regreso a Londres, compilará de sus notas lo vivido, lo visto y algunas entrevistas, con lo que conforma un documento que se conoce como “Informe sobre el Congo” y que el Foreign Office presentará al gobierno británico. La perplejidad y la indignación generadas no tienen precedentes en la época. Roger logra un reconocimiento extraordinario, su fama recorre el país entero y el extranjero, a tal punto que la corona británica le da el título de Sir. Esta distinción lo destina a una nueva aventura: el Foreign Office le solicita que, como Cónsul, realice la misma tarea en la Amazonia Peruana, donde una compañía recolectora de caucho, la Peruvian Amazon Company, de capital inglés, pero dirigida por un peruano, Julio Arana, está en la mira del Gobierno desde hace tiempo.

El último día de agosto de 1910, desembarca en Iquitos. Días más tarde se interna en la Amazonia, a la zona del Putumayo, donde el Perú limita con Colombia y Brasil. Lo que vive y lo que ve es la réplica exacta de lo acontecido en el Congo. Los encargados de las estaciones, barbadenses traídos por la compañía, se niegan a hablar en un principio, pero con la promesa de ser devueltos sanos y salvos a su lugar de origen, declaran las aberraciones más escalofriantes cometidas contra los nativos del lugar.

De regreso, Roger entregará su “Informe sobre el Putumayo”, provocando la misma oleada de desconcierto e indignación que su anterior informe. Como consecuencia, desaparece la Peruvian Amazon Company y, con ella, el prestigio y propiedades de su director Julio Arana. Pese a ello, este nefasto personaje regresará al Perú y, con el tiempo, será elegido senador de la República.

Toda esta experiencia, acumulada a lo largo de veinticinco años, lo han preparado, casi sin darse cuenta, para tomar la decisión más trascendente de su vida: “la independencia de Irlanda del Reino Unido”.

Viaja a Irlanda, donde se reunirá con los rebeldes nacionalistas, los volunteers, los dirigentes de la Irish Citizen Army. De ahí, es enviado a New York, a solicitar dinero para armas, ya que los empresarios irlandeses de aquella ciudad poseen la capacidad económica para ayudar en tal propósito.

Es en este punto donde muchos piensan que comete su único error. Roger, al igual que sus compañeros de lucha, sabe que la liberación de Irlanda nunca será posible sin una lucha armada. Propone entonces realizar un viaje a Alemania (que había declarado la guerra a Inglaterra en 1914) y convencerlos de trasladar armas a Irlanda en uno de los submarinos que Alemania enviaba a costas inglesas. Los alemanes se demoran y, cuando por fin parte, se entera de que los rebeldes han decidido no esperar y lanzar un ataque en Semana Santa de 1916. Mal preparados, mal dirigidos, son derrotados por el ejército inglés.

Cuando Roger Casement desembarca en Irlanda dos días después con el armamento, es tomado prisionero y trasladado a Inglaterra. Recluido en la prisión de Pentonville, es sentenciado a la pena capital por traición a la patria. Durante cinco largos meses, aguardará con la esperanza de que le sea conmutada su pena. Así, la novela termina donde comenzó, en la prisión, donde el 3 de agosto de 1916, por decisión unánime del Consejo de ministros, es llevado a la horca, donde fallece de manera instantánea.

La novela está dividida en cuatro partes: El Congo, La Amazonia, Irlanda y un Epílogo. Escrita con un lenguaje épico que nos recuerda la prosa de los libros de historia, el narrador relata en tercera persona, y solo cede la palabra a la primera persona de los personajes en diálogos profundos e inteligentes. Resulta agradable comprobar un texto cuidado, escrito por momentos con la lucidez y la maestría a la que el autor nos tiene acostumbrados. No obstante, como lector, si no hubiese sabido anticipadamente de qué autor se trataba, me hubiese resultado imposible descubrir su pluma. Tal vez por la elección del personaje en cuestión y su connotación ideológica, me hubiese costado adivinar a un Vargas Llosa interesado en este tema.

Vargas Llosa no solo se ha dedicado a la escritura: durante muchos años de su vida se dedicó a la política con relativo éxito. Es ampliamente conocida su filiación al nacionalismo de derecha y su postulación para presidente del país. Postura, que le costó la antipatía de no pocos gobiernos —fundamentalmente en Latinoamérica— y la simpatía de muy pocos.

Sin embargo, en esta novela, por su rigor histórico, su estudio y documentación, y el atrevimiento de la elección de un personaje —al cual rescata más allá de las controversias de la época—, no podemos más que coincidir con él.

¿Quién podría estar en desacuerdo con la crítica hacia la expansión imperialista? Esa que se entromete salvajemente en sociedades pacíficas destruyendo sus cimientos en beneficio propio. ¿Quién podría estar en desacuerdo, cuando alguien pretende rescatar las libertades individuales? Cuando denuncia sensible y airadamente la violación sistemática de los derechos humanos.

Las vidas de hombres como la de Roger Casement, y su sueño de ver una Irlanda independiente, merecen nuestra admiración y respeto. Una elección acertada, digna de ser compartida.

Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Ahondar en su trayectoria literaria, sería innecesario porque es ampliamente conocida. Baste con decir que su carrera cobró notoriedad con la publicación de La ciudad y los perros; que ha escrito diez piezas teatrales, ensayos literarios, relatos y cerca de treinta novelas a lo largo de su carrera. Ha recibido innumerables premios y reconocimientos, entre los que destacan el Cervantes y el Príncipe de Asturias. En el 2010, por su trayectoria, fue galardonado con el Nobel de Literatura.

 

—————————————

 

Reseña publicada en Tropo 4, nueva época, 2014.

PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com