Matière de Bretagne
Luz de retama, amarilla; las pendientes
supuran contra el cielo; la espina
corteja a la herida, tañe la campana
dentro de ella, es la tarde, la nada
enrolla sus mares hacia el recogimiento,
la vela –ensangrentada- se pone en rumbo hacia ti.
Árido, terroso,
el lecho detrás de ti, su hora
rodeada de juncos, en lo alto,
junto a la estrella; lechosos,
los canales parlotean en el fango; el dátil de mar,
en el fondo, exuberante, se abre hacia el azul; una planta
de fugacidad, bella,
saluda a tu memoria.
(¿Me conocíais,
manos? Iba
por el camino, torcido, el que me habíais indicado, mi boca
escupió su guijarro, iba, mi tiempo, cornisa de nieve errante,
proyectó su sombra – ¿me conocíais?)
Manos, la herida
cortejada por la espina, el tañido de la campana,
manos, la nada, sus mares,
manos a la luz de la retama, la
vela ensangrentada
pone rumbo hacia ti.
Tú,
tú enseñas,
tú enseñas a tus manos
tú enseñas a tus manos tú enseñas
tú enseñas a tus manos
a dormir.