El placer snuff que ocultamos

Habib Sánchez

Nefando, título de la obra, alude a la definición de aquello que resulta abominable por ir en contra de la moral y la ética. Cosas como el incesto o la pedofilia. En la novela se exploran esas dos, pero parece proponer una más, velada e irónica, la propia humanidad. Nefando también es el nombre del videojuego que cataliza la novela. Alojado en la deep web, ha sido visitado por miles de jugadores, pero fue censurado tan pronto como cobró popularidad. Opiniones sobre la experiencia fueron compartidas en chats y foros, pero qué vieron y qué era el controversial juego solo será explicado casi al final de la obra. Porque antes tendremos que encontrar la respuesta de una pregunta impactante: ¿Por qué? ¿Por qué seis jóvenes creativos, entre escritores y diseñadores, harían algo que se calificaría como perturbador? Narrado en dos niveles de lectura iremos uniendo las aristas del enigma. El primer nivel es el personal, previo al lanzamiento y creación del videojuego. Exploraremos el inconsciente de algunos de los desarrolladores. Seremos testigos de sus dilemas morales y sus conflictos internos. De aquella oscuridad que intentan mantener a raya, pero que los atormenta y hiere. Pero, cuando sea liberada, esa corrupción no dudará en asfixiarlos. El segundo nivel será el superficial, tiempo después de la censura del programa, por una especie de interrogatorio. Tres de los desarrolladores serán cuestionados en un intento por arrojar un poco de luz a la mina de misterios que fue la creación del juego. La plática estará llena de opiniones y reflexiones incisivas sobre la naturaleza humana y se quedarán adheridas al lector como aforismos. Además se alzará la figura mítica de la otra tercia de creadores, hermanos con un pasado atroz, que desaparecieron sin dejar un rastro. Y es que los hermanos son el núcleo de la obra. Personas que presenciaron una vista panorámica del infierno y decidieron compartirla con la humanidad. Una versión horrorosa del mito de Prometeo. Pero esa vista no está tan lejos de la realidad, y es un escenario tan común que olvidamos que también puede ser aterrador, el seno familiar. Algo que para algunos puede ser un refugio y para tantos otros la prisión de la que buscan huir. Llevaron su experiencia traumática a un medio de entretenimiento para convertirlo en un objeto de experimentación, un discurso de que lo moral solo es una prescripción para alejarnos de la brutalidad tan primitiva de la que somos capaces como especie. Y tuvieron éxito: miles de usuarios que cayeron en el morbo y el placer por el dolor ajeno. Mostrando lo borroso de los límites éticos ante la satisfacción personal. Definiendo que lo que separa a una víctima de un victimario es la iniciativa. Mónica Ojeda no solo muestra lo borroso de los límites morales y lo dispuestos que estamos a cruzarlos, también intenta ponernos en los zapatos de los expuestos a la violencia. Desde el abuso, la violación y la propia lucha interna con la identidad sexual. En ningún momento la autora trata de justificar la perversión y la transgresión, solo la retrata como parte de nuestra condición, ignominiosa, sí, pero para nuestro pesar, natural. Trata al dolor y el erotismo como caras de una misma moneda. Una dosis de realidad combinada con el horror, una monstruosidad que es simplemente humana. Habib Sánchez. (Mérida, Yucatán. 1993). Ha tomado distintos talleres, incluyendo el de Creación literaria y Laboratorio de poesía del CCL. Participó en la coordinación del Festival de Cultura del Caribe 2017, zona norte. Becado del Festival Interfaz-ISSSTE, 2017. Librero de Gandhi Cancún. Reseña publicada en TROPO 25, Nueva Época, 1 de octubre de 2020.
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