El delirio cáustico del beliceño Amado Chan

Guillermo Gutiérrez Nieto*

San Esteban es una pequeña comunidad en el Distrito cañero de Orange Walk, Belice. Formada apenas por unas cuantas familias de agricultores, esa localidad es el lugar de origen de Amado Chan, uno de los escritores beliceños con mayor trayectoria y reconocimiento en este país caribeño, culturalmente hablando, pero centroamericano por su inevitable geografía.
Forjado en dos de las escuelas de mayor tradición en este país, el Muffles College y la Universidad de Belice, Chan comenzó a escribir desde su época de bachiller. Aunque realizó estudios de docencia, simultáneamente desarrolló estudios en literatura latinoamericana. Hasta ahora ha publicado 3 libros de poemas, que incluyen obras en inglés y español; actualmente es maestro en su alma mater y continúa estudiando esporádicamente en la Universidad de Tulane, donde busca obtener su grado de Doctor en Letras.

Sus libros representan un calidoscopio de temas, personajes y situaciones. En todos ellos es patente un lenguaje lírico, satírico, rico y sensual. Al contrastarlo con otros de sus coterráneos, nos damos cuenta que Amado Chan representa sólo una de las facetas del contexto multicultural y multilingüe de la sociedad beliceña.

En su primer libro, Speak to Me / Háblame (Factory Books, 1999), Chan boceta lo que han sido las vetas creativas de su obra. Sin duda alguna, el origen socio-económico de este autor es la cicatriz que se niega a cauterizar en buena parte de sus poemas. Es la voz que grita, a veces orgullosamente, pero otras con dolor: soy maya, soy marginado, soy yo y mis circunstancias.

Como consecuencia lógica de esas condiciones, está presente, de manera velada, esa crítica a quienes ostentan poder o dinero. Así, colocándose en un pedestal, denuncia al “honorable member of the exploiter´s empire”, al conquistador, al colonizador inglés. En We Voted, nos habla de unos electores que eligen a sus gobernantes comprando en el mercado productos por su apariencia, por su precio, más no por su calidad.

Algo que se vislumbra desde este primer libro, es su aguda mirada, su profunda sensibilidad para captar situaciones y personajes de la cotidianidad actual de este país. Una muestra palpable de esta cualidad es el poema que da título al libro, en el cual exhibe una de las facetas más crudas de la sociedad beliceña en la actualidad, el abuso de menores.

Háblame, niña

de inocencia arrebatada

encrucijada

por tus sentidos

de culpa

háblame de tu pasión

de tu miedo

la cruz en llamas

y las cenizas

que escondes

debajo

de tu almohada

de la mano

que quema

tus muslos

se niegan

a correr

háblame, niña,

de tus gritos

en silencio.

Más allá de esas correrías interiores, Chan se da tiempo para el gozo, para el jubilo que provoca el contacto con una mujer. Lo hace como un navegante. Comienza primero en la insinuación (let me feed my hunger / on your bread / of life), y va avanzando, con sígilo, hacia la propuesta abierta, pero disimulada (For I know / at the end / of the day / my soujourn / will take me to / your womb), para terminar del otro lado del placer (We continue playing / old fashioned games / burying sorrow deep / beneath our skin / and letting go / untold stories that run / through veins that lead / more to grey / than to red).

Su segunda andanada literaria es Make the Monarch Blush (Factory Books, 2001). En esta ocasión, también malabareando entre el español y el inglés, Amado Chan rinde tributo al acto creativo, al trance poético (Tratando estoy de soñar / estando despierto / de vivir un sueño / donde se cumplen las promesas / donde las palabras / dicen todo / lo que traigo adentro).

Nuevamente es patente una disimulada actitud hacia la insurrección (let us create rebels without a cause / let us create a revolution without rebels / let us build ourselves / a school of no thought). Sin embargo, su lírica no alcanza la altura suficiente para considerarla de crítica social (Who scamper from shelter / to shelter seeking / Refuge / measuring every step / stepping gingerly / on London Bridges). Lo que sí continúa haciendo es describirse a sí mismo a través de sus letras, siempre remarcando su condición socioeconómica (y en las cuatro esquinas / de mi casita de guano y taciste / nunca hubo lugar para los camiones sintéticos / ni para las metralletas que echan luz y sonido / porque mi humilde casita / no tenía chimenea / como en los libros de Yu Es Ey (USA).

Su perspicaz mirada en los hechos cotidianos, plasmada en obras como Denial o The Phantom Bus, nos pone alertas sobre una de las principales causas de muerte en este país: los accidentes automovilísticos. Esta referencia a la muerte, trátese de metáfora o de hecho concreto, vuelve a estar presente en su poema titulado Death a la Classic.

En la obra que da título al libro, confirma que el sarcasmo es un sello característico de su obra. Aquí lo utiliza tanto para mofarse de los fundadores de este antiguo asentamiento inglés: (he didn´t speak queen elizabeth´s / english very well / but the philosophy / in his humble words / woul make the monarca blush), como a manera de juego: gossip is like a red hen / running around the yard / affraid / that the white rooster / might match her / and peck on her pick crest.

La veta sensual esta vez queda soterrada. Sólo en 2 piezas se observa ese desliz por los juegos amorosos, el espacio para la libido quedó subyugado en la referencia a una resaca carnal y a un deseo oculto que, asegura, convertirá en realidad en algún momento.

La obra más reciente de Chan es Waiting for my Turn (Factory Books, 2003), la cual incluye 46 poemas, algunos de ellos escritos durante su reciente estadía de Nueva Orleáns.

Con este libro, definitivamente se confirma que la veta mejor lograda de Chan es la relacionada con personajes que sueñan, que viven desgracias o momentos difíciles, pero que siempre cuentan con una fortaleza interior que los permite sobrepasar sus infortunios. Como muestra de esta afirmación encontramos The point of no return

She stands alone on a loaded bus

staring ahead at a bubble

here eyes are fixed

on a point of no return

She babbles a few words

nobody understands

her papa hides in the crowd

not at ease with his god

His baby girl is parked

at that babbling stage

holdingcandy with both hands

letting the baba slip on a bib

Her incoherence resounds

in the face that turn away

stealing a glance

Hoping to forget…

Eso no significa menospreciar su llama de denuncia a los actos de injusticia o de abuso (al son del tambor –el cuero duro de un cinturón- / al fin sólo seguimos siendo / un batallón de fieles / con las espaldas marcadas), tampoco su permanente referencia a sus antepasados (las pobres doncellas de Atahualpa y nachankan / corren con la misma suerte que sus tierras / vírgenes en el recuerdo…) o su crítica a lo moderno (ciudad sumergida en el pantano / de mi otro yo / donde el calor hace vibrar / la frialdad de mi acero / y las voces del internet apagan la luz), sin embargo, en ocasiones estos temas resultan machacantes. Pareciera que Chan no se da cuenta que son jaulas ya abiertas para que el ave alcance otras latitudes, otros horizontes.

El otro basamento sobre el que Chan transita firme, incluso haciendo cabriolas con sus poemas, es el sensual. En su tercer libro confirma que lo suyo es el desparpajo para describir esos instantes de delirio entre seres que aman con plena entrega o con cinismo ante sus limitaciones. En El camino que no resisto, nos dice: Me asomo al balcón de tus ojos / Y descubro las sombras de tus caprichos / Que se imponen a los rayos del sol / Mi cuerpo se ha fundido / Con tu mente… / Y habito más allá de tu mirada / Cuando abres las ventanas de tus ojos / Y dejas ir libre esos versos reprimidos / Me enseñas el camino que no resisto.

Más allá de los temas, o situaciones, la cualidad primigenia de Chan es su cáustico sentido del humor. Trátese de un momento difícil en la vida de una persona, de una crítica a las condiciones de vida que le toco vivir o de un romance en ciernes o consumado, después de la lectura de sus obras, uno termina pleno de disfrute y reflexión. Lo primero por la forma como comparte sus letras; lo segundo, por algunos de los temas que aborda. Quede como colofón un fragmento de su obra A Smile that never comes

Your nakedness comes to me

like a ghost –

so fleting

so ecstatic –

So sweet –

sweat beads glide

sensuously down my spine

could someone turn on

the fan, please?

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* Agregado Cultural en la Embajada de México en Belice.
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RESEÑA PUBLICADA EN TROPO 29, PRIMERA ÉPOCA, 2003

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