Silvia Pratt
El poeta es el único sabio verdadero; sólo él nos habla de cosas nuevas,
pues sólo él estuvo presente a las manifestaciones íntimas de las cosas que
describe. Es un contemplador de ideas; anuncia las cosas que existen de
toda necesidad, como las cosas eventuales. Pues aquí no hablo de los
hombres que tienen talento poético o que tienen cierta destreza para ordenar
las rimas, sino del verdadero poeta.
Emerson
El secreto del verso de Óscar Wong es, como el subtítulo lo precisa, un manual para la enseñanza-aprendizaje en los talleres de apreciación poética. El libro está conformado por diez capítulos y un apéndice antológico, así como por una bibliografía fundamental y otra auxiliar. A lo largo del volumen se despliegan quince epígrafes de autores renombrados, que desempeñan un papel determinante puesto que complementan y enriquecen los postulados propuestos por el autor. Son atinadas reflexiones que actúan como señuelos, trampas en el recorrido del conocimiento iniciático; premisas e indicadores que van a la par de esta propuesta cognoscitiva y conforman un entramado para alcanzar la Verdad que encierra el proceso de la creación poética. No en vano los griegos utilizaron el término Poíēsis.
A través de este estudio, Óscar Wong recorre uno de los tantos velos que envuelven a la Poesía, descubre algo que para muchos permanece oculto, revela el secreto del verso de una manera clara, precisa y fluida. De ahí el título de la obra. El autor muestra a los lectores los objetivos fundamentales en un taller de este género: mejorar la calidad de expresión, la cual requiere del conocimiento de la teoría y la técnica; adquirir cultura literaria, y lograr un buen nivel crítico y autocrítico. Así pues, sostiene: “un poeta sin el conocimiento de la técnica es un poeta muerto; un poeta sin el conocimiento de la poesía antigua, sin los clásicos, es un poeta que nada tiene que hacer en este ámbito; un poeta sin el conocimiento de los mitos es un poeta exánime”. Al mostrar el secreto del verso, Wong pone ante los ojos de los legos su saber y experiencia en lo que al proceso poético se refiere.
Una de las virtudes de El secreto del verso es el énfasis que pone en el respeto por la palabra. La palabra tiene poder, arguye Wong, y “todo participante de un taller literario debe aprender a respetarla, a saber utilizarla adecuadamente”. El escritor subraya dos consignas para los coordinadores de talleres: crear conciencia del trabajo literario y resaltar la importancia de la disciplina creativa. Por supuesto, sin olvidar el ámbito sagrado de la Palabra.
María Moliner, autora del magnífico Diccionario de uso del español, define la poesía como: “Género literario exquisito; por la materia, que es el aspecto bello o emotivo de las cosas; por la forma de expresión, basada en imágenes extraídas de sutiles relaciones descubiertas por la imaginación, y por el lenguaje, a la vez sugestivo y musical, generalmente sometido a la disciplina del verso”. Pero he aquí que, además de la concepción del diccionario, hay tantas otras como poetas existen. Una que señala Wong y me parece contundente es la de José Gorostiza, quien afirma de forma certera que la poesía es: “una especulación, un juego de espejos, en el que las palabras, puestas unas frente a otras, se reflejan unas en otras hasta lo infinito, y se recomponen en un mundo de puras imágenes donde el Poeta se adueña de los poderes escondidos del hombre y establece contacto con aquel o aquello que está más allá”.
En su papel de maestro, Óscar Wong sostiene: “se debe considerar a la poesía en tanto relación verbal con sonido y significado que expresa, desde la perspectiva particular, la autoconciencia, una vivencia; es una unidad de contrarios, justa e inseparable, de manera tal que lo que expresa no pueda hacerlo de otra manera, sino en la forma ya utilizada; es decir, los términos que conforman al poema son exactamente esos, sin variaciones, puesto que el contenido no puede ser externado de otra manera, sino con esa combinación de vocablos. Un cambio de forma, una corrección, implica un cambio de sentido, de contenido”. Este planteamiento lo sostiene Wong a lo largo de su trabajo ensayístico y además puede advertirse en su obra poética.
De acuerdo con la argumentación anterior, percibimos los requerimientos de la poesía. Wong señala las tres condiciones básicas que, según Ezra Pound, debe tener el texto lírico: la melopea (el ritmo, la cadencia, el isocronismo); la fanopea (capacidad del autor para crear imágenes y visualizarlas), y la logopea (lo que ocurre en el campo semántico, la capacidad estética del autor para con las palabras, la manera en que el poeta combina sus elementos). Pero el conocimiento de la preceptiva no substituye a la sabiduría poética. Por ello, Octavio Paz afirma: “Cada poema es un objeto único, creado por una ‘técnica’ que muere en el momento mismo de la creación. La llamada ‘técnica poética’ no es transmisible, porque no está hecha de recetas sino de invenciones que sólo sirven a su creador”.
Así pues, Óscar Wong va descorriendo velos. Se refiere al ritmo, a la imagen, a las cosmovisiones, a los recursos estilísticos. Ahonda en el estrato fónico: en el verso medido, en los acentos rítmicos, en las pausas, en las cesuras, en las rimas, en el isocronismo, en los encabalgamientos, en las figuras de repetición. Así mismo, profundiza en las imágenes que observamos en la mente, en las metáforas, en los símiles, y escudriña el aspecto semántico, el entramado estético, el nivel simbólico-alegórico. Aborda el verso blanco, el verso libre; maneja las formas de expresión; va y viene a través de la metonimia y la sinécdoque; considera la técnica como un saber o des-ocultación del ser poético. Así se expresa: “técnica y contenido van de la mano, íntimamente enlazados; también es legítimo considerar que toda obra lleva el sello personal, ideológico, del escritor; va imantada con las peculiaridades del creador, su visión del mundo, su concepción y propuesta estéticas”. Imaginación, sensibilidad, expresión e inteligencia se funden para que brote la Poesía.
Si bien ya mencioné que Wong descubre algo oculto, que prefigura todo aquello que es fundamental en el proceso creativo, y que de ahí surge el título del libro El secreto del verso, a mi vez descubro una doble intención del autor al titularlo de tal manera. En efecto: nos encontramos ante una polisemia, ante el enigma de los velos que envuelven el acto lírico. Después de haber leído y analizado el contenido de la obra, advierto que Óscar Wong dice algo más, veladamente, entre líneas: existe un secreto en el verso, un misterio que no puede ser develado de manera tan sencilla porque es inherente a la esencia poética. Es el velo sibilino de la otredad, que sólo el verdadero Poeta conoce porque lo ha vivido en carne propia, como una experiencia única e irrepetible. En un vehemente deseo de manifestar, de revelar, Wong provoca en el lector un acto implosivo: lo interna cada vez más en el Misterio de la Poesía y, cuando parece que descorre un velo, va desplegando muchos más. La espiral de la sabiduría puede conducir al deslumbramiento, a la ceguera momentánea de quienes no están en el camino correcto.
Lo anterior se confirma con las palabras de Robert Graves, quien afirma: “… me sigue divirtiendo la paradoja de la obstinada persistencia de la poesía en la actual fase de la civilización. Aunque se la reconoce como una profesión culta, es la única para cuyo estudio no existen academias y en la que no hay un patrón, por tosco que sea, con el que se pueda medir la pericia técnica. ‘Los poetas nacen no se hacen’. La deducción que se espera que uno saque de esto es que la naturaleza de la poesía es demasiado misteriosa para que soporte el examen; es, ciertamente, un misterio todavía mayor que el de la realeza, pues los reyes pueden ser hechos o pueden nacer como tales y las declaraciones que se citan de un rey difunto ejercen poca influencia en el púlpito o en la opinión pública”.
Si Graves reitera la tan trillada sentencia: “Los poetas nacen no se hacen” es por algo. Wong opina que: “no es tan sencillo autonombrarse poeta”. Pienso que sólo la obra puede nombrar al verdadero creador. Bien señala Wong: “En la medida en que la Poesía refleja las relaciones del hombre con el mundo, con esa dinámica interna del verso, con esa tensión del espíritu, estará reflejando su autenticidad. Todo lo demás es simple juego verbal, una pirotecnia de sonidos que deslumbran y enceguecen, pero jamás hacen hincapié en lo contradictorio del hombre”. No hay que olvidar que la Poesía es la Palabra per se. Como precisa Francis Ponge: poesía-arte de la palabra.
Por último, recordemos a Octavio Paz cuando afirma: “… no todo poema —o para ser exactos: no toda obra construida bajo las leyes del metro— contiene poesía. Pero esas obras métricas ¿son verdaderos poemas o artefactos artísticos, didácticos o retóricos? Un soneto no es un poema, sino una forma literaria, excepto cuando ese mecanismo retórico —estrofas, metros y rimas— ha sido tocado por la poesía. Hay máquinas de rimar, pero no de poetizar”. Para Paz “el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal”. Y Óscar Wong, a través de El secreto del verso, nos convoca a percibir el sonido del caracol, la resonancia de la armonía del universo que refiere Octavio Paz.
Que nos atrape en su Misterio.
Que nos congregue en su ritual.
Que la Poesía nos cubra con sus velos.
Amén.
Wong, Óscar, El secreto del verso, Linajes Editores, México, 2001, 141 pp.
—————————————
RESEÑA PUBLICADA EN TROPO 24, PRIMERA ÉPOCA, 2002.